La verdad nunca pensé que esta casita llegara a aparecer en mi blog por otra razón que no fuera su evidente fealdad y la manera tan desafortunada en que interrumpe la agradable uniformidad de muros de piedra blanca de la calle Corregidora. Pero en días pasados fue allanada por agentes federales para detener a una persona presuntamente dedicada a la venta de droga y para decomisar mariguana y cristal.
Si ya antes el inmueble destacaba por su pésima integración al paisaje urbano aculquense, ahora sobresale también por su vínculo con la delincuencia. Y ya que se presenta la oportunidad de referirnos a ella, digamos unas cuantas palabras sobre su historia.
Como muchos de ustedes saben, a lo largo del lienzo norte de la calle Corregidora, en el espacio que va desde la alberca municipal hasta la troje de la huerta, existe una serie de pequeños predios que se reconocen individualmente por los portillos (algunos tapiados) que se abrían en un muro continuo de piedra blanca. Se trata de los antiguos baños, en los que algunas de las familias más prósperas de Aculco disfrutaban de agua que corría continuamente desde los manantiales de la alberca por un canalillo que atravesaba estos terrenos, permitiendo así lavar ropa, bañarse, reposar y usar el líquido sin necesidad de sacarlo de un pozo. Todos estos baños están tristemente en el abandono, cuando forman parte de un sistema hidráulico que debería considerarse en su conjunto como patrimonio.
Los baños de algunas casas del pueblo son muy originales, son unos cuartos provistos de un tanquecito por el que pasa agua corrediza de un canal" (Dr. Enrique Rojas López, "Informe general sobre la exploración sanitaria del municipio de Aculco, Méx.", 1943)
Donde hoy se levanta la casa en cuestión -Corregidora número 12- se encontraba antes el baño de don Hesiquio Morales. Aunque mutilado, todavía es posible reconocer su antiguo acceso a la derecha de la nueva entrada para automóviles. Todo lo demás que existió en su interior desapareció en la década del 2000, cuando pasó a otras manos y el nuevo poseedor decidió fincarlo como casa. Entonces la vieja entrada fue tapiada, se derribó casi toda su barda exterior para abrir un portón, con tabicón se levantó una segunda planta en la que sólo se aplanó la fachada y se coronó con una marquesina que prolonga la losa de concreto. Una ventana descentrada y alargada horizontalmente deja ver con claridad que no se tuvo ninguna intención de integrar la construcción con su entorno. Y vamos, ¡habría sido tan sencillo realizar la fachada de esa segunda planta en piedra, para que no desentonara así! Pero en fin, pudo ser también mucho peor, como ocurre con las casas que se levantan metros más adelante en el lienzo sur de la calle, cerca de la esquina con la de Matamoros.
Desconozco quién es el actual propietario de la casa. Tampoco si la propiedad caerá en los supuestos de la ley de extinción de dominio al haber sido utilizada para la comisión de delitos y pasará al control del Gobierno Federal, o si sus dueños podrán demostrar que nada tienen que ver con ello y lograrán conservarla. Pero ojalá en algún futuro no muy lejano alguien decida integrarla mejor a su entorno para que deje de ser una especie de "negrito en el arroz" en el aspecto tradicional de la vieja calle de la Corregidora.
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