En la antigua calle del Calvario -que también se llamó informalmente "calle de don Francisco Morales" y desde 1947 lleva el nombre de Manuel del Mazo- existió una antigua casa perteneciente a principios del siglo XX al matrimonio formado por Magdaleno Mondragón y Josefa Buenavista. Fraccionada por sus hijos, quedó condenada a su desaparición a fines de la década de 1980. Se trataba de una propiedad bastante extensa pues su frente corría a lo largo de casi 50 metros de dicha calle, aunque la mayor parte de su superficie la ocupaban amplios corrales y el área habitable era en realidad relativamente pequeña.
Al exterior de la casa destacaba el tramo de fachada que iba aproximadamente de la actual ferretería Casa Chávez hasta el estudio fotográfico Luis de la Llave. Constaba de una sola planta y tenía tres vanos angostos pero distintos, lo que acentuaba su aire pintoresco. El del centro, con cerramiento de cantera en arco, una cruz en relieve en la clave y una cornisilla como remate, servía de acceso principal. A su izquierda, una puerta con dintel rector y cornisilla se mostraba ya transformado en ventana, mientras que a la derecha se encontraba el vano más pequeño, sin más adorno que su marco de cantera. A ambos lados de este último, se alzaban un par de poyos para sentarse como los que abundaban antiguamente en muchas otras partes de Aculco.
Lo que le daba un carácter particular a esta casa era el perfil mixtilíneo que remataba sus muros, formado por resaltes semicirculares que coincidían con los canales de cantera que desaguaban sus azoteas. Estos canales, por cierto, sobrevivieron a la casa: almacenados por largos años en la sacristía de la capilla del Perpetuo Socorro, se colocaron después en una casa de construcción moderna en Gunyó. Del lado izquierdo de esta fachada se alzaba una troje cuyo volumen sobresalía en altura del resto del inmueble. Una puerta, una pequeña ventana con cerramiento curvo y un par de canales de cantera alegraban su frente.
Al interior existía uno de los elementos más enigmáticos de la arquitectura de Aculco, lamentablemente desaparecido junto con toda la casa. Se trataba de una serie de viejas columnas de piedra oscura, quizá recinto o basalto, adornadas con finos relieves que reproducían las formas de reptiles o serpientes. Nunca llegué a conocerlas y por ello no puedo dar más detalles, pero quienes las conocieron las recordaban con verdadera tristeza al saber de su destrucción.
A pesar de su sencillez, la casa resultaba muy atractiva para quienes visitaban el pueblo debido a su originalidad y aire antiguo. El escritor Arturo Sotomayor escribió sobre ella en el Magazine del diario Novedades publicado el 29 de octubre de 1961: "llegando a Aculco, el visitante que entra por la calle Manuel del Mazo es recibido por esta sobria casa colonial de fuerte carácter. No es la más hermosa de Aculco pero sí una de las que mejor conservan, pese a la destrucción, las notas distintivas de la arqutectura civil colonial". Precisamente es de Sotomayor la mejor fotografía que se conserva de ella.
Cuando de niño conocí el exterior de esta casa había sido ya muy modificado por la remodelación de 1974. Su característico perfil había sido eliminado, lo mismo que sus canales de piedra, con el fin de unificarlo con las cornisas de ladrillo que se colocaron por todo el pueblo. Me llamaban la atención sus vanos distintos, que me hacían preguntarme si aquello era una sola o varias casas. También eran interesantes sus puertas entableradas, quizá del siglo XVIII, que vi por última vez utilizadas como madera de cimbra para las nuevas y horrendas construcciones levantadas en su sitio.
NOTA: Cambié el nombre original de esta entrada, "La desaparecida casa de don Germán Mondragón" debido a que, si bien él llegó a residir en la propiedad en algún momento a fines del siglo XIX, lo más probable es que haya sido originalmente propiedad de doña Josefa Buenavista, con lo que pasó después a manos de Magdaleno Mondragón, hijo de Germán, y no por herencia de aquél.