Muy cerca del pueblo de Santiago Oxthoc Toxhié se encuentra el oratorio de Guadalupe: una pequeña construcción de carácter religioso que se relaciona con la serie de capillas u oratorios otomíes de los que ya he escrito antes en este blog. No parece haber sido un oratorio familiar como otras capilla semejantes, ya que no se vincula con una vivienda, sino que desde su origen debió hacer tenido un uso colectivo relacionado con las fiestas de la Semana Santa, la Santa Cruz y la Virgen de Guadalupe. En este sentido, resulta análogo a la capilla del Calvario del pueblo de La Concepción.
Aunque el inmueble está catalogado como monumento histórico por el INAH, hasta hace pocos meses se hallaba en completa ruina. Sólo se mantenía en buen estado su cruz atrial, mientras que el oratorio en sí mismo mostraba sus muros desplomados desde media altura y aún más, conservando, eso sí, el arco del acceso en pie. Si estado era tal que resultaba incluso difícil adivinar cómo habría sido su cubierta original.
Gracias a una fotografías publicadas por Daniel Reyes en Facebook acerca de los ritos de Semana Santa en Toxhié, me he venido a enterar que los vecinos de aquel pueblo se encuentran reparando esta capilla. En las imágenes se advierte que los muros han sido completados con piedras procedentes del propio derrumbe, así como pedacería de sillar trabajado industrialmente con un color semejante al original. Esta reconstrucción de los muros sirve de asiento a una bóveda de tabique todavía sin cerrar.
Con esta reparación la comunidad ha recuperado un espacio tradicional que se hallaba arruinado, lo que siempre debe ser motivo de elogio. Más aún cuando su abandono ponían en riesgo de inminente pérdida a sus vestigios. Sin embargo, preocupa un poco que lo hicieran fuera de todas las normas de restauración que deben seguirse en un edificio de su antigüedad y valor histórico. Sorprende un poco, además, que los habitantes de Toxhié decidieran ejecutar la obra así, sin asesoría profesional, cuando a la vista tenían el magnífico resultado de una restauración profesional y cuidadosa en la cubierta de la capilla del pueblo, terminada apenas hará un año.
En resumen: no está mal, pero tampoco está por completo bien. No es tarde todavía para que se busque alguna asesoría en cuestiones como la resistenacia de los muros para la carga que deben soportar con la bóveda (ya que es probable que ese no fuera el sistema constructivo para el que fueron levantados), el acabado de las piedras nuevas para integrarlas mejor a los muros antiguos, y la correcta ejecución de los aplanados y pisos del interior. Con ello no sólo estaríamos hablando de la rehabilitación de un recinto, sino de su puesta en valor.
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