La Mapoteca Manuel Orozco y Berra, en la ciudad de México, resguarda una de las colecciones más interesantes de planos y mapas antiguos de todo el país. Para el caso de nuestro Aculco, por ejemplo, se localiza ahí el magnífico plano coloreado de la batalla del 7 de noviembre de 1810 en que se enfrentaron las tropas insurgentes de Miguel Hidalgo contra los realistas comandados por el general Calleja, dibujado por uno de los participantes en dicho combate. También están ahí los planos completos del Ferrocarril Cazadero-Solís, que me ayudaron a determinar dónde se encontraba la desaparecida estación del tren de la hacienda de Nadó. Justamente en esta serie de documentos del ferrocarril aparece el plano que hoy quiero mostrarles.
Aunque pequeño y esquemático, este plano en uno de los pocos dibujos antiguos en que aparece la traza urbana de Aculco con razonable precisión. La intención del dibujante, sin embargo, no fue tanto mostrar el detalle de la distribución de calles y manzanas en el pueblo, sino más bien situar su ubicación en un plano mucho más grande que incluye parte de las haciendas de Cofradía y Ñadó. Según una anotación manuscrita, el plano se remonta a 1898.
En este dibujo, la identificación de calles y manzanas con las actuales resulta muy sencilla pues coinciden en casi todo. De cualquier modo, incluyo en la imagen siguiente una numeración que ayudará a comprenderlo mejor. Hay sin embargo dos o tres detalles que llaman la atención y quiero subrayarlos para que no pasen desapercibidos a los lectores. El primero y más importante de ellos es que se puede observar al lado de la parroquia el trazo de una nave corta y perpendicular que no es otra cosa sino la desparecida capilla de la Tercera Orden (número 2), que para entonces todavía estaba en pie. El segundo detalle a notar es la importancia que el dibujante dio a la alberca municipal (número 7). El tercer detalle está en el número 10, donde el dibujante pone de relieve la entrada principal al pueblo desde el norte, que lo era entonces la Calle de la Arena (actual Matamoros), pues el camino hacia Santa María Nativitas que hoy es tan utilizado no era entonces más que un mal sendero de uso vecinal.
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