¿Cuántos años tendrá la alberca de Aculco? ¿Alguien podría señalarlo con certeza?
El papel más viejo que habla de ella data de 1746 (1). Consta por documentos de 1820 que su uso y conservación caían bajo la responsabilidad de las autoridades civiles, pues en ese año las Actas de Cabildo municipales registran que se nombraba a un regidor para mantuviera limpio dicho estanque (2). Pero esto no significa que la alberca tenga solamente 269 años, pues seguramente fue construida mucho tiempo atrás; porque, en realidad, su existencia descansa en el origen mismo de este poblado y no se le puede considerar de manera aislada, sino como parte de todo un sistema hidráulico que se conserva parcialmente y que a pesar de ser casi desconocido es uno de sus patrimonios históricos más importantes.
Cierta narración tradicional recogida por las autoridades municipales de Aculco en 1923 afirma lo siguiente:
Por la tradición se sabe que el pueblo fue fundado por doce españoles que llegaron a lo que hoy es pueblo de Nativitas en donde pensaban fundar el pueblo de Aculco; pero que en vista de que carecían de agua se mostraban indecisos, y al ver una mañana que en punto de este lugar se levantaba una bruma, supusieron que debía existir agua, dirigiéndose en seguida al punto que les había llamado la atención encontraron un pantano. Que pretendieron fundarlo al lado norte del río; pero que, temiendo las inundaciones se decidieron por el lugar que hoy ocupa, habiendo encontrado bastante agua (3).
Aquel pantano inundaba probablemente buena parte del valle que se extiende entre Aculco y Gunyó, y debió estar entre las primeras tareas de los habitantes del pueblo procurar que el agua de los manantiales que le daba origen se canalizara para facilitar su consumo, al mismo tiempo que la ciénega se drenaba para utilizar las tierras para el cultivo. La importancia de los manantiales se refleja incluso en el nombre original en otomí de nuestro pueblo: Antämehe, que quiere decir "Gran manantial". Así, debieron haberse trazado en el pantano canales que derivaran el exceso de líquido hacia los ríos y construido un estanque al que vertieran directamente el agua los veneros. Y este estanque, seguramente pequeño al principio pero después ampliado excavando directamente en la roca que forma el subsuelo de Aculco, fue el antecesor de la actual alberca. Con el paso de los años se sumaron a este rudimentario sistema hidráulico nuevas acequias de mampostería, pequeños acueductos sobre arcos, sifones, una serie de baños particulares alineados sobre la calle de las Fuentes (como se le llamaba antiguamente a la calle Corregidora) y los famosos lavaderos públicos de 1884.
De tal manera, la razón de ser de la alberca habría sido en su origen el almacenamiento del agua de los manantiales de Aculco para los usos más diversos, desde el consumo humano, el riego agrícola, el baño de personas y animales (existía un área especial para bañar caballos) y hasta la pesca, pues por su rusticidad crecían en él plantas acuáticas y se criaban charales y acociles comestibles. Al centro del estanque se erguía una cruz de piedra (en cuya base salían a asolearse las tortugas) que delimitaba las zonas en las que se podían bañar, separados, mujeres y hombres.
Las más viejas fotografías que se conservan de aquella alberca original nos muestran que, si bien era bastante grande, su tamaño resultaba aproximadamente de la mitad de la alberca actual. Contaba ya en su extremo poniente, como ahora, con un portal, en el que se alternaban pilares de piedra y de madera. Pero en 1953 el filántropo aculquense don Alfonso Díaz de la Vega llevó a cabo el proyecto que transformó aquel estanque colonial en la piscina de dimensiones semiolímpicas que conocemos hoy en día. Su obra mereció ser inaugurada con la presencia del gobernador del Estado de México, Salvador Sánchez Colín, en abril de 1953. En este regalo a su pueblo, don Alfonso no escatimó en gastos y sin duda el sitio adquirió prestancia y comodidad, claro que a costa de perder buena parte de su historicidad. Además, la ampliación del estanque y la pérdida de su sustrato natural enfriaron el agua, como recuerdan todavía quienes llegaron a bañarse en la antigua alberca. Aunque se le dotó de una caldera, su operación nunca fue muy eficiente y era excesivamente costosa para un pueblo de las pocas posibilidades de Aculco. Esto, junto con el clima frío y el que ya para esa época casi todas las casas del pueblo contaran con agua corriente determinó que las oportunidades para disfrutarla fueran más bien escasas. Pero quizá la remodelación de 1953 la salvó, ya que otras albercas del mismo tipo en la región desaparecieron en épocas cercanas, como ocurrió con la que existió en Huichapan, destruida para edificar el mercado.
El equívoco al que alude el título de este texto se refiera a que, desde dicha remodelación, la alberca dejó de ser concebida en el imaginario aculquense como el tanque de almacenamiento que fue durante quizá cuatro siglos y sólo se le vio a partir de entonces como un sitio de nado recreativo y deportivo. También ayudó a ello que en el español de México la palabra "alberca" se use hoy en día en el sentido de "lugar para nadar" más que como simple estanque, que es el significado que todavía prevalece en el español peninsular. La alberca de Aculco perdió entonces, bajo la perspectiva de todos los que desconocían su historia, su relación de parentesco con estanques virreinales como el Tepeapulco o el del convento de Actopan o incluso más parecido aún, los llamados "baños de Moctezuma" del bosque de Chapultepec, para quedar simplemente en calidad de piscina para nadar. Y es precisamente bajo ese imaginario local que desde aquellos años y de manera recurrente se ha hablado de la necesidad de calentar el agua o de techar la alberca para que pueda ser utilizable más días al año. Vamos, que quienes ven la alberca sin considerar su historia se preguntan para qué diablos quiere Aculco una gran, enorme alberca en la que sólo se puede nadar una o dos semanas de cada año debido al clima, sin detenerse a pensar que tal vez el error está en haberse creído que en efecto se trata desde su origen de una piscina de nado y no un estanque colonial de múltiples usos al que se quiso dar caprichosamente un aspecto de alberca de competencias, como nos dice la realidad.
En fin, actualmente está en proceso un nuevo intento, muy respetable, de climatizar y techar la alberca. No tengo más información al respecto ni sé si se cuenta para ello con la autorización necesaria por parte del INAH, pues la alberca se encuentra dentro del área delimitada para su conservación como sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Una modificación tal como la incorporación de una cubierta probablemente alterará no sólo su propio aspecto sino el paisaje urbano de Aculco en un sitio tan significativo desde el punto de vista patrimonial como es el Ojo de Agua y la calle Corregidora, pero no se puede saber si no se conoce el proyecto. Lo cierto es que la plataforma de clavados ya ha sido demolida y seguramente veremos muchas más alteraciones en el corto plazo. Supongo que las autoridades municipales han hecho bien sus cuentas, porque adaptar este inmueble, y sobre todo mantenerlo, no será con certeza nada barato. O tal vez el Ayuntamiento ya encontró la manera de concesionarlo y obtener utilidades, cosa que de ninguna manera critico -estoy convencido de que los edificios deben ganarse su existencia- pero que esto debe hacerse con total transparencia.
Ahora bien, en mi opinión muy personal y con todo respeto hacia las autoridades municipales considero que tales modificaciones no son adecuadas. Éstas son mis razones:
1. Estoy convencido en primer lugar de que la alberca de Aculco es demasiado grande como para que resulte rentable climatizarla y techarla. Pienso que lo más probable es que de realizarse el proyecto lo que tendremos es un "elefante blanco" que el Municipio de Aculco no podrá sostener. Además, dichas obras incidirán probablemente en el paisaje urbano protegido de Aculco.
2. Si hay un interés turístico en estas obras, creo que es un esfuerzo inútil intentar competir en materia de balnearios con "pueblos mágicos" muy cercanos que le llevan una gran ventaja a Aculco en ese renglón, como Ixtapan de la Sal, Méx., Tequisquiapan, Qro. y Tecozautla, Hgo. Está en la naturaleza de esos pueblos, por sun clima o aguas termales, ofrecer un atractivo así al visitante, no en la de Aculco.
3. Creo sin embargo que es muy loable la intención de que exista en Aculco un balneario que pueda utilizarse todo el año, donde se pueda aprender a nadar o simplemente echarse un chapuzón. ¿A quién no le atrae esa idea? Pero, ¿por qué no construirlo desde cero, con una alberca de menores dimensiones para facilitar su mantenimiento y climatización, incluso varias albercas? ¿Por qué no encontrar la zona más adecuada para ello, fuera de las restricciones que impone construir en el área patrimonial de Aculco? Quizá sería más oportuno buscar la participación de la iniciativa privada en un proyecto así, para evitar cargar el presupuesto municipal con gastos y costos relacionados con su construcción y operación.
Y, finalmente, ¿qué hacer con la alberca?, pues en efecto su uso es sumamente limitado. No es tan descabellado pensar en dejarla simplemente como está, situación en la que ha permanecido sin mayor problema por décadas y siglos, dando fe de su historia y de sus transformaciones. Esa sería mi decisión. Pero, si se le quiere dar un uso nuevo, respetuoso de su historia, de sus características hidráulicas, de su valor paisajístico, de su integración al conjunto urbano de Aculco, que al mismo tiempo sirva como reclamo turístico y que no genere grandes gastos de mantenimiento, sugiero que, una vez que exista un balneario que lo sustituya -porque de ninguna manera debe privarse a los aculquenses de su tradicional albercada de Semana Santa- se convierta en un estanque para remar.
Sí, para remar: tal como sucede con otros magníficos estanques recreativos de origen colonial, como el del Jardín Borda de Cuernavaca (con el cual la vieja alberca de Aculco guardaba algunas interesantes semejanzas). Añadirle otros atractivos como sitios de descanso o de alimentos para que la gente lo visite también como lugar para pasear y estar. Incluso de esa manera se podría, con un costo menor y programado en varias etapas, recrear parte de los elementos que la caracterizaban originalmente para devolverle un aspecto más evocador y concordante con la imagen colonial de Aculco. Y aún si este proyecto no resultara exitoso en un lapso razonable, podría revertirse fácilmente sin daño alguno para el inmueble y sin un gasto significativo.
Pero esa es sólo una propuesta que hago casi a vuelapluma. Ustedes, lectores ¿qué opinan?
NOTAS
(1) AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1447, Exp. 9.
(2) AHMA, Actas de Cabildo, 1820.
(3) AHMA, Estadística, "Respuesta al cuestionario del Departamento de Estadística", 20 de octubre de 1923.
Es lamentable lo que han hecho con la alberca. No se entiende en qué cabeza cabe destruir un trampolín arquitectónico, para erigir en su lugar algo que hasta la fecha no se sabe qué será. Bastaba con instalarle botaderos útiles en el sitió donde se encontraba aquel de madera que a la hora que se lanzaba uno al agua se astillaba los pies. Uno ahí y, quizá, uno en el trampolín bajo y tan-tan.
ResponderEliminarMis compañeros de generación, y yo, de la secundaria, entonces "Venustiano Carranza", administramos la alberca (por disposición de las autoridades municipales de entonces) de finales de 1971 a 1973 y constatamos que todo el año se podía nadar sin ningún problema. Sólo quien de plano era muy friolento no se metía a nadar, incluso la gente llegaba en abundancia y a quien deseaba darse un regaderazo le poníamos a funcionar la caldera. Tan fue así que con esos fondos financiamos nuestra fiesta de graduación. Si alguien no me cree, por ahí andarán Porfirio Arvizu, José Gaspar, Maximino Navarrete, Héctor Alcántara, Antonio Ángeles, Eloy de la Vega Parks (qpd) y su hermano Horacio, Rodolfo del Río, José Ma. Martínez (qpd) y tantos ex compañeros más que de citarlos ocuparía mucho de su espacio. Ojalá y que este, a todas luces, simple capricho de las autoridades municipales no vaya a acabar con ese sitio que ya es parte entrañable de todos los aculquenses y de quienes vivimos en el pueblo, aunque sea de manera temporal. Reciba un cordial saludo y mi más sincero reconocimiento a su labor.
Hola Juan Manuel efectivamente ojalá siempre se mantenga esa hermosa alberca donde muchos pasamos momentos muy gratos y por si quieren el agua caliente metanse a las 4 am verán como esta caliente saludos a todos los amigos
ResponderEliminarHola Juan Manuel efectivamente ojalá siempre se mantenga esa hermosa alberca donde muchos pasamos momentos muy gratos y por si quieren el agua caliente metanse a las 4 am verán como esta caliente saludos a todos los amigos
ResponderEliminarOye amigo y que ha pasado con la alberca. Tengo bonitos recuerdos de cuando la visite y quisiera saber que ha pasado con ese lugar tan maravilloso
ResponderEliminar