La fachada del Molino Viejo hacia el río.
Había quedado en deuda con los lectores de este blog respecto a las fotografías actuales del Molino Viejo, ya que anteriormente sólo pude publicar una del portón en el texto dedicado a este importante edificio aculquense, que puedes leer oprimiendo aquí. Espero saldar esta deuda con las fotografías que les comparto hoy.
Esta vez no agregaré ningún dato histórico a lo escrito en aquel post, aunque me permitiré hacer algunos breves comentarios acerca del estado de conservación del inmueble, o más particularmente de su entorno.
Sabemos bien que en Aculco, como ocurrió en todo nuestro país, el drenaje urbano fue canalizado a los ríos, lo que provocó una terrible contaminación y un daño ecológico irreparable, agravado todo ello por el régimen pluvial que prevalece en el centro del país, en el que sólo en la época de lluvias los ríos pueden medianamente limpiarse de los desechos.
Dos imágenes de la cortina de la "presita del molino".
Debido a esta situación, no sólo se destruyó la vida animal que poblaba el río de Aculco, antaño abundante en ranas, tortugas e incluso acociles. También se provocó que aquellas propiedades que anteriormente disfrutaban de las ventajas de hallarse a un lado de esta corriente decayeran debido a que el agua contaminaba los suelos, los malos olores eran permanentes y el río arrastraba tal cantidad de basura que el simple mirarlo movía a tristeza.
Así, el Molino Viejo, verdadera mansión de don Macario Pérez, de don Ignacio Espinosa, de don Jorge Espinosa y de don Alfonso Díaz, entre otros personajes destacados de Aculco, que la cuidaron cada uno en su momento como niña mimada, se convirtió en un sitio poco habitable. De hecho, la represa que se construyera sobre el río muchos años atrás para permitir dotar de un caudal permanente al molino de trigo (que era conducida a través de un pequeño acueducto) estancaba y concentraba aquellas aguas pútridas, lo que obligaba al caminante ocasional a cubrirse la nariz al sortear aquel paso.
Vestigios del acueducto que alimentaba al mecanismo del molino.
Lo que había sido uno de los sitios más hermosos de Aculco, con la antigua casa del Molino, su acueducto, el puente viejo, la cortina de la represa, la cascada que se formaba ahí cuando el agua era abundante, el río bordeado por altos ailes, las extensas huertas de frutales, se convirtió al correr de pocos años en un sitio fantasmal. La casa parece conservarse todavía en buen estado, pero los árboles han crecido hasta casi ocultar su fachada, el cauce del río está azolvado y lleno de basura, de modo que cubre casi totalmente el puente de piedra por el que se accedía a la finca. La hojarasca se acumula sin control y el lugar es la viva imagen de la desolación.
El puente del Molino Viejo casi cubierto por la acumulación de lodo y desechos. Es el menos conocido de la decena de puentes antiguos que existen en Aculco.
En los últimos años se ha comenzado a construir paralelo al curso del río un nuevo drenaje, con lo que pretende sanearse esta corriente natural. En la zona de "La Ceja" se instaló una pequeña planta tratadora de aguas que ya funciona, después del abandono de algunos años, lo que permite que de ese punto hacia la Presa de Cofradía el agua corra limpia. Los malos olores ciertamente han disminuído.
El viejo generador eléctrico de viento aún asoma entre los árboles.
Pero aún queda un gran trabajo por delante, en especial la conclusión del drenaje hacia el barrio de La Soledad y la conexión de decenas de viviendas a éste. Y aún después de que sean terminadas estas obras, deberán pasar varios años y muchas buenas lluvias para que el cauce del río Aculco recupere algo de su vida y belleza.
Desde el camino, resulta ahora casi imposible ver la fachada del edificio, debido al crecimiento de los árboles del río.
¿Lo llegaremos a ver?
¿Volverá entonces el Molino Viejo a ser un edificio admirado por la belleza de su entorno?
El histórico, hermoso, desolado y entrañable edificio del Molino Viejo.