sábado, 15 de mayo de 2010

El campo de batalla de Aculco

En esta fotografía de la década de 1940 -tomada desde la torre de la parroquia- se observan dos sitios importantes de la Guerra de Independencia en Aculco: en primer plano, la casa en la que pernoctó Miguel Hidalgo; al fondo, la loma en la que se desplegó el ejército insurgente para presentar batalla el 7 de noviembre de 1810.

El sitio exacto en el que se desarrolló la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810 (en la que a que las tropas de Miguel Hidalgo sufrieron su primera derrota) ha suscitado a lo largo de los años alguna controversia histórica. Esta controversia no ha sido explícita; se trata simplemente de que las diversas fuentes del siglo XIX señalan para ella puntos que resultan distantes hasta más de una docena de kilómetros, lo que ha llevado incluso a acreditados historiadores contemporáneos a hacer afirmaciones tales como que la Batalla de Aculco en realidad "se dio en Arroyozarco" (así lo creía, por ejemplo, el finado y estimado Gerald Mac Gowan). O, como repetía el anterior cronista municipal de Aculco, Gustavo Ángeles, que habría tenido como escenario el rancho Las Ánimas, en las inmediaciones del pueblo de Santa María Nativitas, en donde sí hubo una batalla menor entre realistas e insurgentes, pero dos años más tarde.

En esta fotografía de 1959 es posible reconocer también lo que fue el campo de los insurgentes en la batalla de Aculco: la loma casi cuadrangular que se extiende al poniente del pueblo hasta el cerro del Tixhiñú, que aparece al fondo.

En libros como Aculco histórico, artístico, tradicional y legendario, Arroyozarco, puerta de Tierra Adentro y Ñadó, un monte, una hacienda, una historia, hemos discutido suficientemente este punto y descartado todas aquellas versiones que sitúan el enfrentamiento en otro lugar que no sea el que se conocía como Lomas de Cofradía. Por ello, no entraremos ahora en detalles acerca de dichas versiones y de nuestras conclusiones, y nos limitaremos a analizar el inestimable plano de la batalla que el político e historiador Carlos María de Bustamante incluyó en su obra Campañas del General Calleja (plano que consideramos muy apegado a la realidad), comparándolo con la topografía real de la zona, para precisar los lugares que aparecen en él y los puntos en que se situaron los ejércitos realista e insurgente.

El mapa de Bustamante coincide plenamente con la descripción del campo que hiciera Lucas Alamaán en su Historia de Méjico. Entre corchetes, nosotros hemos añadido la identificación de los accidentes del terreno por el nombre con el que son conocidos localmente:

La posicion que ocupaban los independientes era una loma casi rectangular que domina al pueblo y toda la campiña [la Loma de Cofradía], circundada por los dos costados de Oriente y Norte por un arroyo y barranca de difícil paso, aun para la infantería; el costado menor, que no excede de cuatrocientas varas de extension, toca a un cerro alto y aislado [el Tixhiñú] que se une a la serranía de montes mas elevados [Ñadó], y el otro costado, que puede tener mil y quinientas varas, forma el descenso suave de la misma sierra, que a media legua de distancia empieza a ser escabrosa.

Sobre la eminencia de esta loma se formaron los insurgentes en dos líneas, y entre ellas una figura oblonga apiñada de gente: en los bordes se colocó la artillería que constaba de doce piezas; quedando a la espalda una multitud de gente en desórden que no bajaba de cuarenta mil hombres, pues aunque habia sido considerable la desercion en la retirada, todavía quedaba un número considerable.

Del pueblo a la loma habia una línea de batalla, que fue desapareciendo al aproximarse los realistas [Línea que posiblemente iba desde Nenthé por las calles de Pomoca y Epifanio Sánchez].


Esta calle marca aproximadamente el sitio en el que se formó la línea de batalla que iba desde el pueblo hasta la loma.

Dispuso Calleja el ataque en tres columnas de infantería, formadas por los dos batallones de granaderos de la Columna y el regimiento de la Corona, con dos piezas de artillería cada una; los dos costados los formaban dos fuertes secciones de caballería con dos cañones ligeros la de la derecha, dejando una reserva y un cuerpo de infantería ligera, para emplearlo segun la ocasion lo demandase.

Hizo Calleja avanzar sus columnas, desplegando en batalla la infantería al acercarse a tiro de cañon, para disminuir el efecto de los fuegos del enemigo. Estas maniobras y los movimientos de la caballería, ejecutados con la precision y serenidad que en una parada, llenaron de terror a los insurgentes, para los cuales este espectáculo era nuevo. Rompieron estos los fuegos de su artillería, aunque por lo alto de la puntería sin causar daño en los realistas, sobre cuyas cabezas pasaban las balas. Hizo entónces Calleja disparar la suya y mover al mismo tiempo la caballería de su izquierda, amenazando rodear la retaguardia enemiga. Esto decidió la batalla: los insurgentes se pusieron en precipitada fuga al primer cañonazo, siendo los generales los primeros en huir; y fue tal la dispersion, que cuando llegó a lo alto de la loma el primer batallon de la Columna de granaderos, mandado por el coronel D. José María Jalon y desplegó en batalla, ya no encontró enemigo ninguno a quien combatir.

Los demas cuerpos de infantería fueron llegando sucesivamente y formando en batalla, para sostener la persecucion del enemigo por la caballería que los siguió, siendo el primero el conde de S. Mateo Valparaiso con sus lanceros del Jaral.



He aquí, pues, el plano de Bustamante:

Plano antiguo de la Batalla de Aculco (Fuente: Carlos María de Bustamante, Campañas del General Calleja, Imprenta del Águila, México, 1828).

Naturalmente, este mapa de por lo menos 180 años de antigüedad tiene muchas imprecisiones (como las distancias efectivas en el terreno, nombres asignados equivocados como el de "Cerro de Aculco" al Tixhiñú, ausencias notables como la del Arroyo de la Ladrillera que debería cortar el terreno entre la loma y aquel cerro, etc.), pero lo destacable es que nos permite ubicarnos muy bien en el terreno gracias a los accidentes geográficos señalados en él, y trasladar estos puntos a un plano satelital contemporáneo.

Plano Actual de la zona con puntos identificados por JLB (Fuente: Google Earth).

De acuerdo con este análisis, la loma en la se ubicó el ejército insurgente correspone a la larga y tendida loma que se extiende desde el propio pueblo de Aculco hacia el poniente, a partir del rancho conocido como Las Conchitas y cuyo borde más alto (en el que fueron colocadas las piezas de la artillería insurgente) corre paralelo a un costado de la vía conocida como La Calzada o La Ceja. Las "barrancas de arena" señaladas en el mapa al pie de esta loma son un poco más difíciles de identificar, ya que buena parte de ellas están ahora bajo el agua de la Presa de la Cofradía, como se observa claramente en el plano. El "camino de Arroyozarco" que aparece en el mapa de 1828 no es, naturalmente, la carretera que actualmente uno a Aculco con aquel poblado pasando por el pueblo de Santa María Nativitas, sino el viejo camino que salía por la calle de Matamoros, pasaba por el Puente Colorado, el Puente Blanco, el rancho de San José, las lomas de Gunyó y el rancho de Las Ánimas (donde tomaba el nombre de Camino de los Alcanfores).


En este par de magníficas fotografías realizadas por Andrés Téllez Ramírez y procedentes de Flickr es posible distinguir claramente el borde de la loma en el que los insurgentes situaron su artillería. Desde la parte baja, los realistas realizaron su ataque en tres columnas contra los insurgentes.

En resumen, podemos ubicar al campo de batalla de Aculco en un gran cuadrángulo que podría señalarse por los siguientes límites: al oriente, la prolongación de la calle Matamoros, desde Aculco hasta las lomas de Gunyó: por el poniente, desde el entronque de la carretera Panamericana con el libramiento de Aculco hasta las barrancas que se ubican cerca del Cerro Colorado, al sur del Tixhiñú; por el norte, prácticamente sobre el trazo del libramiento de Aculco y, por el sur, una línea difusa desde Aculco hasta el Cerro Colorado.

A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos y Europa, donde muchos de los campos de batalla han sido preservados como sitios históricos y ofrecen visitas didácticas (como es el caso de Gettysburg), en México son muy contados los puntos que evocan de algun modo los hechos de armas que ahí acontecieron. En lo que respecta a las batallas que presentó el primer ejército insurgente, el campo del Monte de las Cruces -batalla del 31 de octubre de 1810- cuenta con un monumento (un obelisco) al que poca gente presta atención, rodeado por los restaurantillos, tendajones y pistas para cuatrimotos señalas por llantas viejas pintadas de colores que ocupan el antes hermosísimo y hoy tan deteriorado Parque Nacional Insurgente Miguel Hidalgo, popularmente conocido como "La Marquesa". El Puente de Calderón, en Zapotlanejo, Jalisco -batalla del 17 de enero de 1811- puede llegar a tener más suerte si se concretan los proyectos de convertir sus inmediaciones en un parque ecológico, además de que el propio puente y la calzada que corre sobre él ya han sido restaurados en años recientes por el INAH.

El ala oriente del ejército realista de Calleja debió situarse muy cerca de este punto, en las inmediaciones del viejo camino de Arroyozarco. Al fondo, el pueblo de Aculco.

¿Y qué podría hacerse con el campo de batalla de Aculco? En realidad, poco o nada sería lo mejor y me explico: la mayor parte de los terrenos ahí situados han conservado su vocación agrícola y esto debería mantenerse y aun fortalecerse, ya que incluye además algunas de las tierras con vocación agrícola más fértiles de la zona. Se debería realizar, por ejemplo, un adecuado censo de las casas que existen en el área núcleo de este sitio histórico para no permitir nuevas construcciones e impedir que esas tierras se fraccionen y urbanicen, restringiendo el crecimiento del poblado hacia esa zona (No debemos olvidar, además, que dos edificios históricos se levantan dentro de ese perímetro: el Molino Viejo y la hacienda de Cofradía). De esta manera, además de que Aculco conservaría un pulmón verde a sus puertas mismas, podríamos durante muchos años más reconocer en estos lugares el sutio en el que el cura Miguel Hidalgo fue derrotado el 7 de noviembre de 1810.
Águila tendida", uno de los monumentos conmemorativos erigidos a lo largo de la ruta de Hidalgo en 1960. Éste se encuentra frente a la hacienda de Cofradía, en el sitió en el que se libró la Batalla de Aculco (Fuente: Google Streetview).