El reloj público de Aculco fue construido en el año de 1904. En el siglo XIX, y con particular énfasis durante el Porfiriato, se instalaron numerosos relojes públicos en edificios como iglesias, palacios municipales y edificios particulares en toda la geografía mexicana. En el caso de Aculco, el reloj se instaló en una torre construida especialmente para ello, cuya sencilla arquitectura consiste en una sucesión de cuerpos cúbicos de mayor a menor. Tuvo un costo de 433 pesos y 10 centavos. Se inauguró el 15 de septiembre de 1904.
En los años 40 ó 50 del siglo XX, la carátula que tenía grabados números romanos fue reemplazada por una de más fácil lectura con números arábigos. Sin más cambios que éste y la pérdida de dos de los pebeteros de barro negro que lo remataban, el reloj se mantuvo sin cambios hasta cumplir los 103 años de edad.
Lamentablemente se destruyeron a principios de marzo de 2008 las celosías del remate de esta torre, reemplazando la citarilla original de barro cocido por elementos prefabricados de barro prensado industrial. El hecho fue denunciado ante el INAH y el instituto tuvo que reconocer el daño y la ausencia de una autorización para realizar esta intervención. Ahora falta saber si el Centro INAH Estado de México tendrá los pantalones para exigir al gobierno municipal la reparación de este daño y la adecuada restauración del remate de la torre o transigirá - como es su costumbre - en detrimento de nuestros monumentos históricos.
Este remate con citarilla de barro era, además, el único vestigio que quedaba de todo el adorno de la Plaza de la Constitución y de la Plazuela Hidalgo realizado en aquella época, que tenía las mismas características constructivas.
La torre del reloj íntegra, como estaba en los años 50.
La torre del reloj hace unos meses. Nótese que, excepto por la pérdida de unos ladrillos y los dos pebeteros del lado sur, el remate estaba en un buen estado general, podría haberse conservado.
Una vista más del remate del reloj, que muestra su buen estado de conseración antes de su reciente destrucción.
El remate del reloj con la citarilla de barro retirada y sustituida por una celosía moderna, fea, inadecuada, mal terminada y seguramente costosa. Obsérvese que en el lugar de los pebeteros faltantes hay ahora un par de remates en cantera rosa, material muy distinto al original.
Un detalle para apreciar los malos acabados de esta intervención arquitectónica.
Al pie de la torre del reloj se encuentran todavía las citarillas originales absurdamente retiradas. Esperemos que, con buen sentido, sean repuestas próximamente.
La carátula original del reloj, oxidada y sin la mitad de los cristales en los que se hallaba pintado cada número romano, se conserva colgada en un muro interior de una casa de la Plaza de la Constitución de Aculco, como se ve en esta fotografía.
DEBERIAN DE DARLE CLASES DE HISTORIA A LOS ENCARGADOS DE LAS OBRAS DE ESE PUEBLO MAGICO Y AL IGNORANTE DEL PRESIDENTE MUNICIPAL
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