miércoles, 19 de julio de 2023

El chapitel

La palabra chapitel (no confundir con capitel) se refiere al remate de una construcción aislada, por ejemplo una torre, de forma piramidal o cónica. Por extensión, se les llamó también así en la Nueva España a las capillas en forma de templete que se solían cubrir precisamente de esa manera, si bien muchas tuvieron también bóvedas, cúpulas, tejados y terrados de distinto tipo. Existieron capillas-chapiteles en diversos lugares del virreinato. En todos los casos se trataba de sitios dedicados al culto, aunque de formas distintas: mientras el llamado Chapitel del Calvario en Cuernavaca era, por ejemplo, un sitio de devoción para los caminantes que llegaban o salían de esa ciudad (lo que se conocía como "humilladero"), la ubicación del Chapitel de Cocotitlán en alto y a un costado de la plaza permite apreciar que se le usaba para la celebración de misas o por lo menos para la predicación a quienes acudían a comerciar al pueblo (de manera semejante al uso de una capilla abierta). Así, puede decirse que el término "chapitel" define más una tipología arquitectónica que un uso, si bien edificios de construcción similar, como podría ser una capilla posa del tipo de Calpan o Huejotzingo, nunca serían llamados chapiteles.

Aculco tuvo también su chapitel (más cercano al tipo de Cocotitlán) y lo sabemos gracias a dos notables testimonios gráficos. El primero es el dibujo de Plaza Mayor del pueblo en 1838, que nos lo presenta adosado al exterior del muro del atrio parroquial, mirando hacia el poniente, hacia la plaza, justo en el sitio donde está hoy el Portal de la Primavera. Se apoyaba en un ancho basamento con contrafuertes en los costados que lo elevaba al nivel del atrio y se desplantaba ahí como una pequeña capilla cuadrangular abierta con arcos en tres de sus lados. Al frente el arco se inscribía en un alfiz a la manera mudéjar y protegía el vano una barandilla seguramente de madera. El fondo estaba cerrado por un muro en el que se abría una puertita descentrada por la que se accedía desde el atrio. La cubierta era plana, probablemente de viguería y terrado.

El segundo testimonio gráfico que muestra el chapitel de Aculco es un dibujo de 1878, mucho más simplificado que el anterior, en el que la capilla aparece ya tapiada y cercada por el nuevo Portal de la Primavera, cuya construcción inició entonces. Los muretes que ciegan los arcos del chapitel se ven horadados con una serie de ventanitas cuadradas o mechinales cuyo sentido no es muy claro. Lo evidente es que el chapitel había perdido ya su uso original.

En las fotografías posteriores del Portal de la Primavera no se advierte ya ninguna huella del chapitel. Su basamento seguramente estorbaba para la construcción de los cuartos de este inmueble y por ello habría sido demolido completamente aún antes de que se edificara la segunda planta del nuevo edificio, en la década de 1930. Por el interior del atrio, a primera vista parece que tampoco quedaría huella del antiguo chapitel. Sin embargo, una pequeña diferencia en los planos de la fachada quizá indica la supervivencia de por lo menos de una parte de sus muros.

Sin testimonios documentales y con las limitaciones de estos dos dibujos, es difícil deducir la época en que fue construido el chapitel de Aculco. Sin duda databa de tiempos del virreinato, pero poco más se puede decir. En mi opinión, dado que el muro del atrio en esta zona fue construido en 1666, debería ser posterior a esos años y quizá incluso de principios del siglo XVIII. En fin, lo único cierto es que esta pequeña construcción no existe desde finales del siglo XIX y podemos considerarnos afortunados de que dos dibujantes nos hayan permitido saber que existió.