Quizá los lectores de este blog se habrán preguntado alguna vez cuál es la manera más correcta de llamar a las personas originarias de Aculco, es decir su gentilicio. También habrán notado que yo uso invariablemente el término "aculquense" (que me parece un poco solemne), si bien lo hago más por costumbre que por haberlo pensado seriamente o por seguir alguna norma. Pero incluso podríamos preguntarnos, ¿vale el mismo gentilicio para los que nacieron en el pueblo de Aculco de Espinosa que para los que son nacidos en otra de las comunidades dentro del territorio del municipio de Aculco? Es un tema interesante y vale la pena revisarlo un poco.
El Bando Muncipal de Aculco, en su artículo séptimo, señala que oficialmente "el gentilicio por el cual se conocerá a los habitantes del municipio es 'Aculquense', identidad que se adquiere por el afecto a los símbolos, cultura y sentimiento de pertenencia a Aculco". El bando añade que tal calidad es otorgada tanto a los nacidos en el municipio, como a los hijos de padre o madre originarios del lugar, a los mexicanos de otro origen que se avecinden por más de tres años y también, mediante previo acuerdo del Ayuntamiento, a los extranjeros naturalizados mexicanos que establezcan residencia en el lugar. Tenemos pues que, por ley, el gentilicio "aculquense" corresponde a los habitantes del municipio, no necesariamente a los de su cabecera municipal.
Esta palabra "aculquense", es un híbrido náhuatl-castellano que aglutina el nombre del pueblo con el sufijo -ense. Se formó tardíamente, tal vez en cierta medida por influencia del gentilicio estatal, "mexiquense". Mexiquense, debemos recordarlo, apenas fue aprobado como oficial para el Estado de México en 1985, pues hasta entonces la entidad no tenía un gentilicio claro. Muchos originarios del estado solían decir antes de esos años que eran "doblemente mexicanos", por ser nativos de México-país y México-estado. Pero ciertamente los nacidos en la Ciudad de México -y con mayor razón- podían disputarles esa ingeniosa adscripción.
En fin, fue el escritor Mario Colín quien propuso el gentilicio "mexiquense" en un debate con la Academia Mexicana de la Lengua, que proponía el menos eufónico "mexicanense". Luego, el gobernador Alfredo del Mazo González lo utilizó en 1981 en su discurso de toma de posesión y, como decía arriba, en 1985 se oficializó. Y de ahí alguien seguramente concluyó que, como la palabra México tiene la misma terminación que Aculco, era conveniente copiar la terminación para llegar a "aculquense". Pero pensemos en que habría sido igualmente válido asumir la terminación del gentilicio "mexicano", aunque nos habría dado el feo término "aculcano".
Ahora bien, los gentilicios son quizá las palabras más irregulares de toda la lengua española. Existen ciertas reglas, pero hay tantas excepciones por el uso, la costumbre, el contexto o la temporalidad, que resulta imposible discutir si un gentilicio está o no bien compuesto. Comento esto porque, en sentido estricto, cuando el nombre de un lugar termina en español en -co o en -ca, en su gentilicio regular, si adopta el sufijo -ense, la c debería mantenerse y no cambiarse por qu. Es decir, de México debía derivarse "mexicense", de Aculco, lo correcto sería "aculcense". Incluso se ha usado en latín el gentilicio relacionado aculcensis para nombrar una especie en 1857, el "pino de Aculco" (Pinus aculcensis), si bien se refiere a otro lugar del mismo nombre situado en San Rafael, en las faldas de los volcanes del Valle de México, y no a nuestro Aculco.
De hecho, este gentilicio "aculcense" fue recogido por uno de los libros que primero trató el tema: Gentilicios del Estado de México, de Daniel Huacuja, publicado en 1968 en la Biblioteca Enciclopédica del Estado de México dirigida por Mario Colín. Pero su autor dio como válidos no sólo "aculquense" y "aculcense", sino también el de "aculqueño". Porque ha sido también habitual en nuestro país que a ciertos lugares terminados en -co se les asigne el gentilicio terminado en -eño, como sucede con Acapulco-acapulqueño. A diferencia de "aculcense", que nunca he oído en el habla común, "aculqueño" sí es bastante usado para referirse a lo que proviene de nuestro pueblo: hay una tienda de quesos llamada "La Aculqueñita", una tortería "La Aculqueña" en El Colorado, platillos como la "cazuelita aculqueña" del restaurante La Terraza, etcétera.
Pero además, "aculqueño" es el gentilicio hasta ahora más antiguamente documentado, pues en 1810 se usó en su versión femenina en el panfleto anónimo titulado el El anti-Hidalgo, en el que el autor imagina al cura de Dolores, diríamos ahora, "a salto de mata" tras su derrota en la Batalla de Aculco, “viviendo en las cuevas de los montes como bestias, y al modo de las bestias”, andando a cuatro pies “parte por necesidad rusoyana y parte por necesidad aculqueña”.
Falta en este breve texto hablar sobre cuál sería el gentilicio para Aculco usando solamente la gramática náhuatl, ya que la palabra proviene de esa lengua. La regla es que los topónimos que terminan en -co mudan para su gentilicio esta terminación por -catl para el singular y -ca para el plural. Así, de México, se deriva mexícatl y mexica (los gentilicios que usamos normalmente para referirnos a los antiguos mexicanos). De Aculco, tendríamos acúlcatl y aculca, palabras que ciertamente no suenan demasiado bien. Incluso hay quien ha propuesto como gentilicio náhuatl el de "acultécatl" y su castellanizacíon la de "aculteca" o "aculteco", aunque sólo los topónimos terimnados en -tlan, -la o -lan adquieren esa forma (como Tlaxcala-tlaxcalteca), de modo que sería el gentilicio de Acula, no de Aculco.
Sobre el gentilicio otomí derivado del nombre de Aculco en esa lengua, Antamehe, no tengo información alguna.
En conclusión, ¿qué gentilicio debería usarse para la gente de Aculco?
Por lo que hemos visto aquí es un tema altamente discutible. En mi opinión, muy personal, pienso que deberíamos distinguir entre dos gentilicios: uno para los originarios del municipio, a los que creo correcto llamarles "aculquenses" como indica el Bando municipal, y otro para definir a quienes provienen específicamente del pueblo Aculco de Espinosa, donde se puede aprovechar el gentilicio documentado históricamente de "aculqueño". Quizá algunos piensen que es una absurda complicación, pero ampliar el vocabulario de esta manera permite añadir matices que de otra manera requieren de largas explicaciones. Así, desde ahora me propongo distinguir en mis textos lo aculquense-municipal de lo aculqueño-cabecera. Veremos si el tiempo y el uso lo aprueban o lo rechazan.