La parroquia de san Jerónimo posee al menos tres imágenes de Cristo crucificado de interés artístico e histórico: el crucifijo que preside la sacristía, el Señor del Coro y el Cristo del altar mayor, que parece ser el más antiguo de los tres. De éste quiero platicarles hoy.
Esta imagen de madera tallada data seguramente de mediados del siglo XVIII. Su postura es que corresponde al Mesías muerto, por lo que su cuerpo no tiene las posturas exageradas de otros cristos de la época que lo presentan en agonía. Su carácter barroco se expresa más bien en el dramatismo con el que se esculpieron sus heridas:
En la representación de estos temas la figura de Jesús aparece cubierta sólo con un sendal y muestra las heridas producidas por los azotes y su cuerpo aparece lleno de llagas y de sangre. Pueden llegar a ser terribles las representaciones -muy comunes en el arte barroco mexicano- del cuerpo ensangrentado y azotado de Cristo, en donde la piel de la espalda endurecida y desprendida por la fuerza de los azotes, deja ver las costillas y, entre ellas, la sangre coagulada. (1)
Exactamente como sugiere esta descripción, el Cristo del altar mayor muestra heridas terribles: el rostro, recostado en el brazo derecho, con los ojos entreabiertos, ensangrentado y golpeado hasta el punto de asomar el hueso del pómulo izquierdo rodeado de gruesos coágulos; el torso escurriendo sangre, con la herida del costado amplia, abierta, sanguiolenta; las piernas están tan lastimadas que asoman las rótulas y el peroné. Pero el espectáculo más terrible es el de sus espaldas: el dorso desgarrado y amoratado deja ver las costillas, como si fuera posible que alguien con tales heridas pudiera seguir vivo para ser clavado a la cruz.
Esta imagen es de gran calidad artística y se encuentra en bastante buen estado de conservación, sin aparentemente haber pasado nunca por grandes arreglos o restauraciones. Eso sí, ha sufrido pérdidas como son algunos dedos y espedcialmente las costillas expuestas de su espalda, de las que sólo queda una (las otras se han fingido con papel). Conserva su vieja cruz verde, apenas del tamaño justo para su figura.
Las fotografías más antiguas que existen de este Cristo (fechadas en 1967, pero que deben ser en realidad anteriores a 1959) nos la muestran colocada en lo más alto del antiguo altar neoclásico, al frente de un nicho enmarcado por columnas pintadas. En ese entonces el sendal era otro y la imagen portaba largo cabello natural. Después la imagen estuvo fuera de la vista durante largo tiempo, hasta que en la década del 2000, creo recordar, volvió a su lugar arriba del nuevo altar.
El Cristo fue retirado hace poco tiempo de su lugar tradicional en el altar para colocarse al lado izquierdo de la mesa, ligeramente adelantado al frente. Porta un sendal nuevo con el monograma JHS. Se le labró una nueva y hermosa peana de cantera, regalo según me informan de la familia Venancio. Parece ser que cierto benefactor costeará su restauración, programada para principios del año 2022. Esperemos que su nueva ubicación sirva para que tenga mayor veneración y cuidado, porque se trata de una de las imágenes más antiguas y hermosas de nuestra parroquia.
Agradezco a Daniel Cano por las fotografías actuales del Cristo.
NOTAS
(1) Arte y mística del barroco: Colegio de San Ildefonso, marzo-junio 1994. Conaculta, 1994, p.143.
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