Entre las esculturas de santos más hermosas de la parroquia de Aculco está una imagen de la Virgen colocada en el primer altar lateral del lado izquierdo del templo (el que al hablar propiamente de estos temas se llama el lado del Evangelio). Se trata de una imagen "de vestir" del último cuarto del siglo XIX y, no siendo su atuendo ni antiguo ni interesante, normalmente pasa desapercibida para quien visita el lugar. Sin embargo, con detenerse un momento ante ella se aprecia a través los cristales el cuidado y la belleza con que fueron labrados su rostro y sus manos.
Esta imagen fue en su momento muy venerada por los aculquenses. Aunque su advocación -la Purísima Concepción- tiene profundas raíces en la iconografía católica (de hecho en la propia parroquia de Aculco hay dos representaciones anteriores), su reconocimiento como dogma data apenas de 1854, convirtiéndose entonces en símbolo de la oposición de la Iglesia al materialismo del siglo XIX. Por ello, el que los aculquenses decidieran en 1874 encargar una nueva imagen de la Purísima Concepción respondió muy probablemente a un sentimiento de oposición al gobierno liberal y de resistencia a la aplicación rígida de las Leyes de Reforma que llevaba a cabo el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada.
Hoy quiero mostrarles una carta dirigida al diario La Voz de México por don José María Sánchez, publicada el 13 de abril de 1875. En ella se relatan el origen de la escultura y los festejos que se llevaron a cabo al colocarla en su altar, que por cierto sigue siendo el mismo de entonces, pues por fortuna no se ha movido a la imagen de su sitio como sucedió con muchas otras. Esta carta refuerza mi idea de que, a la par de motivos simplemente religiosos, había también una intención de los aculquenses por ostentar su catolicismo ante el Estado jacobino y la "situación azarosa" que éste había creado:
Señores redactores de la Voz de México- Muy señores míos y de mi aprecio.
He de agradecer a ustedes se sirvan dar cabida en las columnas de su apreciable periódico a las siguientes lineas. El señor cura de este lugar y el que suscribe, tenemos la honra de participar a ustedes que el día 8 del próximo pasado diciembre, tuvo lugar la colocación en el altar del sagrario de esta parroquia de la imagen de la Purísima Concepción, Madre tiernísima de todos los católicos, hecha por el hábil escultor don Diego Almaraz residente en Querétaro.
La imagen tiene dos varas de alto, su vestido es de raso blanco, magníficamente bordado con hilo de oro, su manto es azul claro, igualmente adornado, sus manos y cuello están adornados con piezas de oro y perlas finas, su aureola tiene doce estrellas blancas, su corona es una magnífica imitación de azahares.
El día 7 del dicho diciembre por la tarde, fue adornado el templo hasta donde fue posible, se iluminó con quinientas luces de todos tamaños, se colocó la imagen en un dosel en el presbiterio, la bendijo el señor cura, se cantaron unas solemnes vísperas y, terminadas, comenzaron los repiques a todo vuelo, las iluminaciones en la fachada del templo y de las casas, se quemó un número grandísimo de cohetes. El día siguiente a las ocho de la mañana se expuso el Santísimo y se cantó una misa solemne en la que predicó un magnífico sermón el señor cura; siendo de advertir, que tanto la víspera como el día, en todos los actos, estuvo lleno el templo, en la hora de la misa se repartió la Sagrada Comunión a multitud de personas. Se veía un entusiasmo general de piedad en todos los semblantes de las personas de esta población.
En fin, señores redactores, fue un día de gloria para todos los vecinos de Aculco, sin embargo de la situación azarosa de que nos hayamos circundados los que tenemos la honra de pertenecer al catolicismo. El bordado del vestido ya dicho fue encomendado por el señor cura a la maestra de niñas de este lugar quien lo desempeñó con todo el esmero que fue posible bordándolo ella y las niñas, quienes todo lo hicieron gratis.
Al tener noticia el Ilustre Ayuntamiento de esta obra, dispuso mandarla al jefe político de Jilotepec, a donde pertenece esta municipalidad, dicho jefe mandó que dos señoras de aquella villa, inteligentes en la materia, examinaran el bordado, y habiéndolo ejecutado, dijeron en su dictado que no sólo era bueno, sino excelente.
Me anticipo señores redactores a dar a ustedes las más expresivas gracias como su más adicto y seguro servidor que atento besas sus manos - José María I. Sánchez.
Vale la comentar que el autor de la imagen de la Purísima, Diego Almaraz y Guillén, fue un escultor queretano reconocido que dejó una vasta obra. Alumno de los afamados escultores Mariano Arce y Mariano Perusquía, discípulos a su vez de Manuel Tolsá, Almaraz labró -entre otras piezas- la estatua del marqués de la Villa del Villar del Águila que preside la Plaza de Armas de Querétaro, la estatua de Cristóbal Colón en la misma ciudad, y la bellísima imagen de la Purísima Concepción que se venera en el templo de San Francisco de Celaya.
Decía antes que la imagen sigue en el sitio en que se colocó en 1874, el altar del sagrario. La identificación de este retablo de estilo neoclásico con la función de resguardar las hostias consagradas es evidente por dos de sus rasgos: El primero es el relieve del Cordero de Dios que aparece en la predela y que representa a Jesús como víctima ofrecida en sacrificio por los pecados de los hombres, y por tanto a la Eucaristía. El segundo rasgo es la huella que dejó el tabernáculo en la mesa del altar y las molduras de su primer cuerpo, que indican que existió, aunque ya no lo tenga.
Por supuesto, todos los adornos de oro y perlas, así como las vestimentas bordadas de la Purísima Concepción se han perdido. Las ropas que viste actualmente no son ni de buen gusto, ni de buena calidad. ¿Qué habrá sido de aquellas otras con "excelentes" bordados en hilo de oro hechos por las niñas aculquenses de hace casi 150 años?, ¿estarán por ahí, pudriéndose en un rincón, o serán ya polvo?