Hace años, cuando escribí el libro Ñadó, un monte, una hacienda, una historia, incluí en la obra un documento que relataba el deslinde de esa propiedad realizado en 1882 con la presencia del entonces dueño de aquella finca -don Guadalupe Guadarrama-, varios peritos y los representantes de los terrenos colindantes. Aunque el lenguaje es burocrático y reiterativo, a lo largo de dicho documento aparece mucha información de verdadero interés. Es el caso de un párrafo que llama la atención pues menciona un punto de nombre misterioso y evocador en las alturas de Ñadó: el Cerro de las Figuras:
En siete de mayo de mil ochocientos ochenta y dos, el ciudadano Juez de primera instancia del Distrito licenciado Lorenzo Salazar, en compañía de los ciudadanos Guadalupe Guadarrama y Francisco Morales, síndico del Ayuntamiento de Aculco, de los peritos ciudadanos Fernando de Rosenzweig, Manuel María Ezeta y Cástulo Arciniega y del suscrito escribano, se constituyó en la cima de un cerro, que está formada de peña viva y que dijeron llamarse el mismo cerro “De las Figuras” o “Guaxtidó”. En ese punto estaban muchos vecinos del pueblo de La Concepción y de la ranchería de San Joaquín, y habiéndose prevenido al ciudadano Guadarrama designara el lindero de Ñadó, designó la parte más alta de dicha cima, y anunciado esto a todos los presentes, el ciudadano síndico, de acuerdo con los vecinos de los expresados pueblo de La Concepción y ranchería de San Joaquín, así como el ciudadano Lorenzo Martínez, dueño del rancho nombrado “San Joaquín”, que estaba presente, dijeron: que el lugar señalado por el ciudadano Guadarrama es realmente lindero de Ñadó, La Concepción y el Rancho de San Joaquín, de manera que de la cima del cerro nombrado “Punto Alto” que fue donde concluyó ayer la diligencia, debe traerse una línea recta al “Guaxtidó” y esa línea ha sido y es la divisoria entre las tierras de La Concepción que quedan al norte, y las de Ñadó que están al sur; por lo cual, el ciudadano Juez mandó se ponga una mojonera de cal y canto en las peñas de Guaxtidó señaladas como lindero.
En el plano de la hacienda de 1920, copia de uno más antiguo derivado de aquel mismo deslinde, el punto quedó señalado como "Coxdidó" y se sitúa en una arista que desciende hacia el norte de la montaña. Por supuesto, hice mil conjeturas sobre aquel sitio. Aunque los participantes en el deslinde no mencionaban nada que justificara el interesante nombre de Cerro de las Figuras, me parecía evidente que algo debía haber ahí que lo explicara... o quizá ya no lo había pero en algún momento había existido quizá alguna escultura, algún objeto que pudiera interpretarse así. También llegué a pensar que quizá refería únicamente a un caso de pareidolia, en que la disposición de algunas piedras o peñas azuzaba la imaginación del espectador, que les daba alguna forma particular reconocible.
Hace apenas unas semanas, Carlos Covarrubias Osornio me compartió unas fotografías de ciertos petroglifos que había tomado en un ascenso a Ñadó por su cara norte. Aunque Carlos me describía su ubicación, la verdad es que al principio puse atención solamente a las formas de aquellos grabados, algo difíciles de distinguir en la piedra musgosa: líneas ondulantes entrelazadas, un felino, un venado... Incluso cuando me envió más fotos, días más tarde, pasé por alto una indicación muy clara, cuando me escribió: "Trataré de recuperar una foto de la placa donde dice que ese cerro pertenece a la comunidad de el Tixhiñú, ubicado en un mirador justo arriba de estas 'figuras' como son conocidas". Tuvieron que pasar algunos días más para que cayera en cuenta que estas figuras podían ser muy bien las que habían dado nombre a una de las cumbres de Ñadó. Y la placa a la que aludía Carlos podría darnos la ubicación precisa para contrastarla con el documento y el plano antiguos, lo que llevaría a aclarar todo el misterio.
En efecto, Carlos obtuvo rápidamente la información de la placa de la Red Geodésica Nacional Pasiva del INEGI, en donde aparecen sus coordenadas precisas y más información interesante. Tal es la referencia a tres cruces "grabadas y pintadas" en la roca a pocos metros de ella, así como el nombre del sitio: Peña de las Figuras.
A partir de estas coordenadas es posible ubicar con precisión el sitio en Google Maps, con este resultado:Ahora bien, cuando comparamos esta ubicación geográfica moderna con el plano de 1920 encontramos que se trata evidentemente del mismo sitio. De tal manera, se puede asegurar que el Cerro de las Figuras, Peña de las Figuras, Peñas de Guaxtidó o Coxdidó, son todos el mismo sitio, y que los petroglifos que se encuentran en sus inmediaciones son los que le dieron nombre. Porque también es muy probable que el viejo nombre otomí Guaxtidó o Coxdidó sea también una alusión a esas figuras. Una interpretación podría ser la de "dibujos labrados en piedra", derivada de las raíces /k'oi/, dibujo, /t'si/, labrar o trabajar y /do/ piedra. Así, el nombre correcto en otomí sería Coitsidó. El lugar pertenece actualmente al ejido del Tixhiñú, que colinda con San Joaquín y está separado de la comunidad de El Tixhiñú.
Sobre los dibujos, su ejecución es tosca, pero con toda la gracia de lo original. Son de tipo figurativo. Mi interpretación (que coincide con la de Carlos) es que los más visibles en las fotografías no son de origen prehispánico, pero sí realizados por manos otomíes. El que podemos llamar "El tigre", por ejemplo, retrata aparentemente un felino rayado, cuando entre los felinos originarios del territorio mexicano no existe ninguno con tal patrón en su piel. Se trataría así de una representación influenciada ya por el conocimiento de otras especies no autóctonas, posterior a la llegada de los españoles. Otro petroglifo muestra un motivo de lazos que enroscados en un fondo de líneas rectas que forman cuadros. Estos arabescos también parecen partir más de modelos europeos que indígenas. Hay igualmente una cruz grabada que se desplanta sobre un pedestal aparentemente escalonado, la que naturalmente es posterior a la evangelización. Un último petroglifo representa quizá, por el aire grácil de la figura, una cierva. Es quizá la que más aire indígena tiene. Al fondo de todas estas figuras, innumerables líneas rectas de diversa profundidad y longitud llenan el espacio.
Sobre el paraje en que se localiza este grupo de figuras, el propio Carlos, que llegó guiado por Reynaldo Mejía Pérez, originario de la Laguna, lo describió así:
Esos petroglifos se encuentran dentro de un sendero con paredes de peñas por ambos lados, una subida trepidante e imponente, alrededor de una hora y media del bachillerato de la comunidad de San Joaquín, camino al cerro Pelón de Ñadó, a unos 2900 msnm aproximadamente. Al terminar este pasaje, hay una vista y un mirador un poco más arriba con una vista imponente de la peña de Ñadó.
Seguramente hay mucho más que decir del Cerro de las Figuras y sus petroglifos. Quede por ahora esto como un avance de algo que merece un estudio mucho más profundo.