En la esquina que forman las calles de Hidalgo e Insurgentes, es decir, prácticamente en el punto en que por muchos años años se podía señalar que empezaba -o terminaba- el pueblo de Aculco hacia el poniente, existe una pequeña e interesante casa que hasta hoy se ha conservado sin grandes modificaciones, por lo menos en su fachada. La misma que nuestros abuelos llamaban la "casa de don Guadalupe Reyes".
Esta casa contaba antaño con un terreno muy extenso que después se fue fraccionado en distintos predios. Sin embargo, lo que podemos llamar la casa principal subsiste como muy digno ejemplo de la arquitectura popular aculquense y en ella nos concentraremos. Consta de una sola planta y se distribuye alrededor de un patio. Las habitaciones que debieron ser las principales tienen techos planos pero buena parte de la casa se halla cubierta de tejados. Por el lado de la calle Hidalgo (donde lleva el número 27) su fachada es más bien irregular, pues además de la entrada principal de dintel recto y enmarcada en cantera tiene otro acceso esquinero con dintel curvo y marco de piedra blanca, una ventana casi inmediata también de dintel curvo que quizá se proyectó a juego con ésta (pese a que no tiene enmarcamiento), así como un ventanuco en su otro extremo. En cambio, su fachada por la calle de los Insurgentes (número 17) es algo más ordenada: consta de tres balcones con enmarcamiento de cantera blanca y moldura en la parte superior, dos de ellos medio tapiados para formar ventanas de menores dimensiones y el tercero convertido en puerta, al que se accede por un par de escalones. Las rejas que cubren todas las ventanas de esta casa son de fabricación moderna. Toda la fachada estaba pintada antiguamente de color rojo almagre y por ello resaltaba entre sus vecinas.
Además del valor de su arquitectura tradicional como parte del conjunto urbano de Aculco, esta casa es interesante desde el punto de vista histórico, pues en ella existió la primera y única embotelladora de refrescos de Aculco, propiedad precisamente de don José Guadalupe Reyes.
Don Lupe era originario de Arroyozarco (donde nació en 1894) y trabajó como administrador de la hacienda por lo menos hasta 1930, para establecerse después en el pueblo de Aculco. Estaba casado con la señora Dolores Tovar, doña Lola. En esta casa de Hidalgo e Insurgentes tuvo una tienda, pero con gran espíritu emprendedor instaló también su pequeña planta para embotellar refrescos gasificados, esto hacia las décadas de 1930 y 1940. En 1943, el médico Enrique Rojas López la describía como una "fábrica pequeña de limonadas", de pequeña producción, que empleaba "métodos rudimentarios" y con un "personal muy reducido". Sus refrescos -que se repartían a "lomo de cristiano"- eran entonces los únicos que se vendían en el pueblo, así que disfrutaba de un pequeño monopolio. Por aquellos años, don Lupe ocupó en dos ocasiones la presidencia municipal, en 1932-1933 y 1940-1942.
Sin embargo, en 1944 se creó en la ciudad de Querétaro la Embotelladora La Victoria (que a partir del año siguiente obtuvo licencia para embotellar Coca-Cola) y comenzó a introducir sus bebidas a esta región, con lo que los refrescos embotellados de don Lupe comenzaron su declive, que terminó con el cierre y venta de su maquinaria.
Tengo entendido que don Lupe falleció mucho tiempo después y le sobrevivió por algunos años doña Lola. Si no me han informado mal ella vendió al casa a don Anselmo Alcántara.
Así, aunque esta casita está entre las más humildes en el casco histórico de Aculco y por su lejanía de la Plaza de la Constitución es de las menos apreciadas por el visitante (que además desconoce su antiguo uso), su valor como parte de nuestra historia local es grande. Ojalá se conserve por muchos años más como parte que es del histórico pueblo de Aculco.