Desde hace varios meses había pensado en escribir algo acerca de la antigua tienda que a principios del siglo XX se llamó Las Tres Naciones y que fue propiedad del español don Ignacio Zavalla, situada en la esquina de las actuales calles de Allende y Manuel del Mazo, en donde desde hace muchos años se encuentra la primera tortillería que existió en Aculco. La casa que albergaba ese comercio fue habitación del propio Zavalla y tiene las características propias de una construcción aculquense de fines del siglo XIX.
Pese a su importancia arquitectónica, la casa ha sufrido desde décadas atrás diversos daños causados por su antigüedad -como la amenaza de colapso de sus techumbres, que obligó al propietario a incorporar unos desafortunados castillos de concreto en la fachada hacia Allende- pero también por las subdivisiones de su solar, que le arrancaron ya un gran trecho sobre la calle de Manuel del Mazo, en donde se construyeron algunas de las fachadas comerciales más detestables de todo el pueblo.
Fue en la pasada Semana Santa que, planeando escribir el texto del que hablaba al principio, tomé algunas fotografías de esta casa. No adivinaba entonces que sería el último testimonio de como era hasta entonces, pues ahora que volví al pueblo me encontré con que en el extremo sur de la propiedad, e indicando quizá una nueva subdivisión que no era aparente más que quizá en el gran vano que modernamente se había abierto en la planta baja, asomaba una construcción nueva, moderna y lamentable. En la parte en la que existieron las trojes de esta casa, sobre el piso bajo, se abre ahora un balcón de no malas proporciones, pero que simula sus jambas y dintel con cantera laminada.
Esto que le ha sucedido a la casa de Las Tres Naciones es un ejemplo fehaciente de lo que, precisamente, no debería hacerse ni permitirse en las fachadas de nuestro pueblo, presunto "patrimonio de la humanidad", que al parecer nadie respeta ni aprecia, empezando por sus propios habitantes: el partido arquitectónico de una casa antigua ha sido alterado, sobre sus muros asoma una construcción discordante que rompe visualmente el entorno por sus líneas, materiales y color, y se le ha agregado un elemento de falsedad -además de todo fácilmente identificable- a su fachada.
Créanme, por este camino en pocos años mucha gente se preguntará por qué Aculco fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y dentro de algunos años más se le retirará de la lista. Quede constancia aquí de lo que Aculco no supo conservar.
ACTUALIZACIÓN: 11 de octubre de 2014.
Suena raro eso de hacer una actualización cuando aún no he publicado este post, pero no deseo hacer cambios a lo escrito arriba. Solamente mostrarles las fotos que tomé hoy en que se ve la transformación ya consumada. Como verán, el balconcito se cubrió con una puerta de herrería, de diseño semejante a la reja del vano de la planta baja y a éste se le agregó también cantera laminada para simulando su dintel y jambas. Sobre la cornisa se colocó una barandilla que individualmente podría ser hasta agradable, pero que en este contexto sólo aporta un elemento más al caos de las cubiertas de esta casa y un hito de división en lo que es (más bien, fue) uno de los inmuebles históricos de Aculco.