Hace apenas unos días hablaba aquí de la estructura que le fue colocada a la cruz atrial de Santa maría Nativitas con el fin de protegerla, un objetivo que ciertamente se pudo haber cumplido con soluciones más baratas, menos invasivas y con un mejor resultado desde el punto de vista estético. Pero si en el caso de aquella cruz quienes deseaban protegerla pecaron por exceso, en el caso que les presento hoy... ni siquiera existen tales protectores.
La cruz atrial que existe en el Santuario de Nenthé es quizá la única del siglo XVI que se conserva en el municipio de Aculco y la única, por cierto, en la cabecera municipal. Seguramente estuvo situada al centro del atrio de la vieja capilla de Nenthé -como corresponde a una cruz de sus características- pero por su aparente antigüedad es posiblemente anterior a la fundación de dicho templo a principios el siglo XVIII, lo que sugiere que pudo haber sido llevada de algún otro sitio, quizá de la parroquia. Lo cierto es que fue colocada en su ubicación actual, junto al muro norte del Santuario, en 1949, cuando también se le agregó el banco y la peana sobre los que se yergue.
Hace ya varios años alerté en este mismo blog sobre el lento desgaste que iba borrando los relieves de la cruz, alusivos a los símbolos de la Pasión de Cristo. Pero después de visitarla hace algunas semanas me ha quedado la impresión de que el daño que le causa la humedad se acelera y que el aumento del nivel de los terrenos inmediatos, a causa del escombro que se depositó en ellos, es en buena medida el causante del reciente deterioro.
Si no se actúa con rapidez, los años de esta cruz pueden estar contados. El daño en su parte superior es tal que en el brazo izquierdo prácticamente ya no se distingue el relieve en forma de chorro de sangre, con el clavo, que tenía ahí. La cruz necesita urgentemente de una intervención, pero una intervención con conocimiento, de un restaurador profesional, no una solución improvisada como las que tan frecuentemente se ven por ahí, que pueda causarle aún más daños. Ojalá no tengamos que lamentar algún día su pérdida.
Por lo pronto, hagamos por lo menos un recorrido por los relieves de esta cruz, los símbolos de la Pasión a los que me refería líneas arriba, que también son conocidos como las "armas de Cristo".
La parte central de las cruces de este tipo -es decir, donde se cruzan el asta y el travesaño- solía estar reservada para representar el rostro de Cristo. Sin embargo, no parece haber sido el caso de la cruz de Nenthé. El deterioro no ayuda a la hora de identificar los símbolos que fueron tallados en ésta, pero en parte por su forma y en parte por la exclusión de otros símbolos que aparecen en distintas partes de la cruz, se puede suponer que el relieve cuadrado del fondo puede representar la sábana con la que se cubrió el cuerpo del crucificado; la forma estrellada de la parte superior es sin duda una corona de espinas; el relieve abolsado puede ser la bolsa de las 30 monedas por las que Judas vendió al Salvador, o quizá una jarra de vino; un poco más abajo está otro "paño", esta vez más pequeño y rectangular, que puede ser uno de los vendajes del cuerpo de Cristo o el paño de la Verónica.
Bajo los relieves anteriores aparece ya con mucha claridad el gallo, símbolo que se refiere a las tres veces que Pedro negó a su señor antes de que cantara este animal. Está parado sobre la columna a la que fue amarrado el Nazareno para ser azotado. En diagonal, sobre la columna, se muestra precisamente un haz de varas para azotar.
En la parte inferior del asta los relieves están mucho mejor conservados. Arriba podemos ver el clavo que sujetó los pies de Jesús al madero de la cruz y abajo la calavera con las canillas cruzadas que en la tradición pertenece a Adán y que daba nombre al sitio de la crucifixión: el Gólgota/Calvario.
Vayamos ahora a los brazos de la cruz. Aquí vemos el derecho (izquierdo para quien la ve de frente), en el que se distingue otro de los clavos y el chorro de sangre como el que vimos antes. Compárese dicho chorro con el de la fotografía anterior y se verá el grado de desgaste que tiene la cruz en esta zona. A la derecha de este símbolo está lo que parece ser el martillo, aunque el desgaste de la cabeza le ha dado forma de baqueta.
Es esta parte de la cruz en particular la que muestra mayor deterioro. El relieve del clavo de este lado y su correspondiente chorro de agua es prácticamente ya ilegible y sólo por su ubicación podemos asegurar que se trataba de él. A su izquierda, gracias a su forma tan particular, las pinzas que aluden a aquellas con las que habría sido desclavado el cuerpo de Cristo pueden interpretarse sin problemas.
Al costado izquierdo de la cruz aparacen tallados, ya no con tanto relieve como las figuras del frente, la escalera que se refiere al descendimiento de Cristo. En la parte baja podemos ver los clavos con los que los soldados romanos jugaron a la suerte sus vestiduras.
Una escalera, compañera de la del costado izquierdo, podemos encontrar en el costado derecho de la cruz; en efecto, en muchas representaciones de los símbolos de la Pasión se pueden ver dos escaleras. Bajo ella, están dos figuras alargadas y cruzadas de no fácil interpretación, si bien parece ser que se trata de la espada que Pedro sacó en el Monte de los Olivos para defender a Jesús y quizá un látigo con los que Cristo fue torturado.
La cara posterior de la cruz tiene también relieves, aunque muy inferiores a los del frente y los costados. En la parte superior están dos lanzas, una con la hoja descubierta (la que fue clavada en el costado de Jesucristo) y la otra con la esponja (con la que se le dio de beber). Abajo está la copa o cáliz que nos remite al que se usó en la Última Cena, pero que según la tradición sirvió también para recoger la sangre del Crucificado.