Ahora que se acerca un aniversario más del Grito de Dolores, creo oportuno compartirles esta narración acerca del tesoro que Hidalgo pudo haber dejado en Aculco. Casi toda la crónica está tomada directamente de mi libro Ñadó, un monte, una hacienda, una historia (Gobierno del Estado de México, 2009), aunque adaptado para este blog y con alguna información adicional. Espero lo disfruten.
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Apenas iniciada la vida independiente del país, sucedió un hecho misterioso en Aculco en el que estuvieron involucradas las más altas autoridades del entonces Imperio Mexicano. Todo comenzó el 9 de noviembre de 1821, cuando el aún no designado emperador Agustín de Iturbide envió a tierras aculquenses un cuerpo militar formado por cincuenta hombres de caballería al mando del coronel Jesús Gómez de Aguado (quien según se dice había militado en el ejército de Hidalgo) con una comisión suya “interesante a la Patria”, que no se hizo pública.(1)
Ese extraño interés por Aculco y el secreto en el que Gómez de Aguado y sus hombres realizaron el encargo podría parecer un suceso sin importancia. Pero pocos días después se presentó ante Salvador de Garfias, alcalde del pueblo, José María Correa, quien portaba un documento firmado por Iturbide con fecha del 21 de noviembre que le facultaba para la extracción de ciertos caudales "ocultos" en la "poza del salto del río Ñadó". Por no haber podido realizar en ese momento la operación, se retiró para regresar varias semanas después a terminar el trabajo. En el intervalo, sin embargo, se hizo presente ante los funcionarios municipales Ignacio García de la Madrid con una orden de la regencia del Imperio del 13 de diciembre que le autorizaba la extracción de tesoros de diversos lugares, razón por la que aseguraba le correspondía también el caudal de la poza del salto:
Habiéndose servido el Supremo Consejo de Regencia conceder su permiso a D. Ignacio García de la Madrid para la extracción de varios tesoros que denunció, ha tenido a bien disponer que por los justicias y ayuntamientos a quienes ocurriese el interesado en solicitud de todos los auxilios que necesite se le franqueen inmediatamente, siempre que no resulten en perjuicio de tercero. Lo que de orden de Su Alteza Serenísima prevengo a todos los jueces, ayuntamientos y demás autoridades a quienes fuese presentada esta orden cumplan y hagan cumplir su contenido, en lo que harán un servicio a la Nación.(2)
Vuelto Correa y al enterarse de la pretensión de García de la Madrid, protestó ante el alcalde, asegurando que su autorización era precisa acerca del sitio designado, mientras que la del otro era poco concreta:
En la mañana de este día se me ha manifestado por Vd. una orden del Excelentísimo. Sr. Ministro Universal de Hacienda, que ha dirigido a este Ilustre Ayuntamiento D. Ygnacio García de la Madrid, relativa a facultad que le concede la Suprema Regencia del Imperio para extraer varios tesoros que se hayan ocultos en diversos parajes de este distrito, etcétera: Y como en la generalidad de esta orden no se comprende la del salto del Río de Ñadó, suplico a Vd. se sirva decirme, si esta totalidad de facultad, destruye la especial que se me está concedida por el serenísimo Sr. Almirante, insertada en oficio del Sr. Gral. del Ejército de Retaguardia D. Luis Quintanar fecha 22 del próximo pasado noviembre, que presenté al Ayuntamiento de éste: y si no, dígame Vd. si está dispuesto a prestarme los auxilios que he solicitado desde mi ingreso en éste.
Es público y notorio que desde aquella época no he perdido momento en practicar diligencias relativas del desempeño de mi comisión, sin cesar de operar como probaré oportunamente, y refiriéndome a la que toca Vd. acreditar le suplico tenga la bondad de ampliarme la certificación que solicité se me diera en el mismo acto de mi comparecencia: sirviéndose Vd. asimismo acusarme recibo de éste por ser efectivo a los fines consiguientes.(3)
El alcalde coincidía con don José María en que dentro del permiso general que tenía García de la Madrid, el de Correa podía considerarse una excepción y que él era quien debía realizar la extracción del tesoro. Pero decidió consultar antes al Consejo de Regencia para despejar cualquier duda. (4) En tanto obtenía una respuesta, Garfias impidió a los dos individuos el emprender acción alguna, pues consideraba el asunto como de mucha “importancia a la Nación”. Para ello comisionó a un regidor encargado del resguardo de la poza. (5)
Contrario a la opinión del alcalde y aún a su sensata determinación de impedir el acceso a de los demandantes al lugar, el Subdelegado de Tula, don Juan José Valverde, tomó partido a favor de García de la Madrid y amenazó con viajar a Aculco para autorizar personalmente la extracción del tesoro. Garfias respondió valientemente que no permitiría tal ultraje a su autoridad, ni la intervención del funcionario en un territorio que no pertenecía a su jurisdicción. (6)
Finalmente, el 11 de enero de 1822 el Ministro Universal de Hacienda, Rafael Pérez Maldonado, respondió a la consulta del ayuntamiento aculquense. Para sorpresa de la autoridad municipal, el permiso le fue confirmado a García de la Madrid y negado expresamente a José María Correa. (7) Y no sólo esto, sino que para mayor disgusto de don Salvador de Garfias, el 29 de enero de siguiente Maldonado envió otra carta al Subdelegado de Tula, con copia para el Ayuntamiento de Aculco en la que le decía que
...esta disposición en manera alguna varió ni reformó la comisión conferida a Vd. para intervenir en las extracciones de tesoros y mucho menos autorizó al citado Alcalde para mezclarse en otra cosa que en dejar á García de la Madrid, verificar la expresada extracción en los términos bajo que Su Alteza Serenísima le concedió el permiso para ella el 13 del último diciembre y para lo que calificó por conveniente la intervención de Vd. sin embargo de ser de otra jurisdicción diversa de la de Aculco. (8)
Es importante recordar que el erario del Imperio Mexicano se hallaba agotado en aquellos primeros momentos de independencia. Tales permisos de extracción de tesoros ocupaban el interés de las más altas autoridades hacendarias debido a la necesidad que tenían de hacerse de recursos para solventar las necesidades más apremiantes de la administración:
... necesitado a la vez el gobierno de abundantes recursos para pagar el numeroso ejército que había combatido por la independencia, y para reparar los daños de once años de guerra, se encontró desde luego con un deficiente de cosa de dos millones de pesos. (9)
Tal como lo recomendó el ministro Maldonado, el Ayuntamiento de Aculco no volvió a tratar el asunto y es por ello que no conocemos el final del incidente, ni siquiera si llegó a encontrarse algún valor en la poza. Sólo añadiremos que la tradición local le señala el origen de este tesoro en los caudales que el ejército de Hidalgo obtuvo como botín tras la toma de Guanajuato en 1810 (unos tres millones de pesos en oro y plata conforme a algunas estimaciones, de los que tan sólo mil 625 pesos habrían sido recuperados por los realistas en la acción de Aculco del 7 de noviembre de 1810). Esta leyenda tuvo eco incluso desde antes que terminara la guerra, hacia 1818, cuando se intentó desaguar una poza (creemos que la misma) donde según se decía, los “primeros cabecillas de la rebelión echaron cantidad de reales.” (10)
La versión de este origen tiene buen fundamento: de acuerdo con la narración del insurgente Pedro García, parte de los fondos insurgentes fueron abandonados en el campo de batalla de Aculco, cuando Allende mismo rompió las talegas de dinero para distraer la atención de los realistas y cesar su persecución, mientras muchos insurgentes huían precisamente hacia la zona de Ñadó. No es inverosímil, entre muchas posibilidades, que alguno de los fugitivos haya tomado alguna parte del caudal y al verse estorbado por él terminara por arrojarlo a la poza del salto. (11) Que las arcas insurgentes debieron hallarse precisamente en las cercanías de una de las dos cascadas del río Ñadó parece demostrado en el impreciso mapa de la batalla que publicó Bustamante, en el que los “equipajes” aparecen situados cerca del cerro del Tixhiñú, que él nombra equivocadamente Cerro de Aculco. (12) (Para más detalle, ver en este blog: "El campo de batalla de Aculco") Creo, pues, que la llamada "poza del salto del río Ñadó" debe ser la que forma la primera cascada, la llamada precisamente del Tixhiñú.
Pero en esta historia, de manera muy destacada, está el testimonio mismo de don Miguel Hidalgo, quien ya estando prisionero e interrogado ante sus jueces en la ciudad de Chihuahua acerca de lo que había hecho con "tantos caudales, así metálico como en efectos de todas clases, tanto del Rey como de los particulares y los que tomado de las iglesias", respondió:
Que aunque es cierto que la masa de la insurrección se ha apoderado y dilapidado muchos caudales de todas clases, no es grande la cantidad que ha entrado en el fondo de ella, pues por lo que toca al declarante apenas había entrado en su poder un millón del que se quedaron cerca de trescientos mil pesos en Aculco... (14)
De esos trescientos mil pesos que precisa Hidalgo, Calleja, sólo decíamos líneas arriba, sólo recuperó 1,625 pesos, por lo que no es de ninguna manera descabellado pensar que parte del dinero quedó oculto en algún lugar de los alrededores del pueblo y muy factiblemente en aquella poza del salto. Quizá sigue aún ahí, esperando al descubridor del tesoro que Miguel Hidalgo dejó en Aculco.
 
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(1) Salvoconducto del Capitán Don Jesús Gómez de Aguado, firmado por Iturbide. 9 de noviembre de 1821. Colección particular (CP).
(2) Carta de Maldonado ordenando que las autoridades le presten todos los auxilios a don Ignacio García en la extracción de tesoros. México, 13 de diciembre de 1821. Secc. Justicia. Año de 1821. Archivo Histórico Municipal de Aculco (AHMA)
(3) Oficio de D. José Ma. Correa al Ayuntamiento de Aculco, 4 de enero de 1822. CP.
(4) Contestación al oficio de D. José Ma. Correa., enero 4 de 1822. Se encuentra en el libro 1 de Actas de Cabildo, que va de 1820 a 1832. AHMA.
(5) Carta del Ayuntamiento de Aculco al Supremo Consejo de Regencia del Imperio, enero de 1822. Se encuentra en el libro de Actas de Cabildo de 1820 a 1832. AHMA.
(6) Carta al Subdelegado D. Juan José Valverde, enero 21 de 1822. Se encuentra copiada en el libro 1 de Actas de Cabildo de 1820 a 1832. AHMA.
(7) Carta de Maldonado al Ayuntamiento de Aculco, enero 11 de 1822. CP.
(8) Carta de Maldonado al Ayuntamiento de Aculco, enero 28 de 1822. CP.
(9) Payno, Manuel. México y sus cuestiones financieras con la Inglaterra, la España y la Francia. México, 1862. Imprenta de Ignacio Cumplido. Pág. 2.
(10) Indiferente Virreinal – Operaciones de Guerra. Caja 6004. Exp. 19. Archivo General de la Nación (AGN).
(11) García, Pedro. “Con el Cura Hidalgo”. Citado por Fuente, José María de la. Hidalgo íntimo. México, 1910. Págs. 286-289.
(12) Bustamante, Carlos María de. Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana... Tomo I. Pág. 92.
(14) Causa militar contra Miguel Hidalgo y Costilla, paleografía y edición electrónica del AGN.