A diferencia de la estación de tren de Cofradía del ferrocarril Cazadero Solís, que se encuentra todavía en pie aunque convertida en vivienda y en lamentable situación de deterioro (como se puede ver en este texto que publiqué años atrás), de la estación principal de la línea situada en la hacienda de Ñadó, que contaba con talleres y otras instalaciones, no quedó huella. O eso nos parecía hasta hace poco tiempo, cuando al comparar los planos que existen en la Mapoteca Orozco y Berra de esta línea ferroviaria local -que existió entre 1896 y 1928- encontramos elementos suficientes para ubicar con precisión el sitio en que se levantó aquella.
Aunque algunas personas nos aseguraron que la estación estuvo, o bien en la propia casa principal de la hacienda de Ñadó, o tal vez en el edificio conocido como Jacal de Ñadó -construcciones de las que ya hemos hablado antes en este blog-, dos testimonios contemporáneos nos habían indicado ya que ninguna de esas ubicaciones era precisa. El primero de esos testimonios corresponde a Francisco Alcántara Gómez, quien trabajó en las oficinas del ferrocarril y dejó en el Archivo Histórico Municipal un texto mecanografiado que refiere variados temas históricos del pueblo, tanto observados por él como tradicionales. Uno de sus relatos se refiere a la inundación sufrida precisamente por los talleres del ferrocarril en Ñadó:
Por el año de 1906, en pleno Agosto, una especie de tromba se desencadenó por sobre el cerro de Toxhié. Como a las tres de la tarde se desbordó el río, comenzando a inundar el maizal de enfrente de nuestra oficina. No tardó mucho tiempo en llegar a las oficinas, a los talleres y a las casas del personal. La inundación alcanzó altura hasta dos metros. Todo el mobiliario nadaba dentro de los cuartos y muchos de los útiles fueron arrastrados por el agua.
Una máquina [del tren] encendida cerca del taller fue arrastrada por el agua como 200 metros, hasta que la misma agua apagó el fogón.
Un tinaco alimentador como de dos mil litros, fue volteado y llevado también a larga distancia. Las herramientas de talleres fueron encontradas al siguiente día río abajo. Y mucha gente se proveyó de diferentes cosas que el agua se había llevado.
Había en bodega de mi oficina algo así como 500 cuñetes de pólvora y cajas de dinamita para los trabajos de la línea de Llano largo. Todo fue llevado por la corriente.
El que suscribe y las familias pudimos escapar a partes altas en donde tuvimos que pasar la noche a la intemperie. Varios aprovecharon las cocheras durante varios días hasta despejar de lodo y basura las casas.
El Sr. Don Francisco Mendoza, jefe de talleres, mecánico muy inteligente, no hallaba qué hacer en aquel maremágnum inusitado.
El segundo testimonio lo publicamos en este blog hace apenas unos días, como parte de la entrada que titulé "Una hermosa descripción de la hacienda de Ñadó en 1901". El texto en cuestión dice:a
El mismo Ferrocarril de Cazadero a Solís cruza por la hacienda en una extensión de 17 kilómetros con dirección de Norte a Sur y Poniente [...] Dividiendo la estación del Ferrocarril y el casco de la propiedad cruza el río de Ñadó que ligado con otros desemboca en el Pánuco.
Tales textos demuestran pues, que la estación del tren se hallaba cercana a la casa de la hacienda pero separada de ella con el río de Ñadó de por medio. Y que, además, la estación se situaba en terrenos bajos, fácilmente inundables, en la ribera del arroyo que desciende del cerro de Toxhié o alguna de las corrientes con las que éste confluye.
Pero la ubicación precisa nos la da el "Plano y Perfil de los kilómetros 30 al 40 del ferrocarril de Cazadero, La Torre y Solís", aprobado por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas en 1898 y que junto con varios más referidos a la misma obra forma parte del acervo de la Mapoteca Manuel Orozco y Berra. Entre los kilómetros 35 y 37, este plano abarca precisamente la zona en la que se asienta el casco de la hacienda de Ñadó y donde estaba, como veremos enseguida, la estación del ferrocarril, que además aparece detallada en su planta en un dibujo dentro del mismo documento.
Aunque el autor del plano omitió señalar en el plano de curvas de nivel la situación de la estación de Ñadó, sí lo hizo con la casa de la hacienda que además remarcó en oscuro. Con ella como referencia, no fue difícil dar con el dibujo de la estación, que sigue puntualmente el dibujo detallado del que hablábamos arriba, con sus tres edificios. Y lo mejor: al compararlo con las fotografías satélites aparecen delineado los cimientos de esta construcción con gran precisión, justo al lado de la Carretera Panamericana:
Incluso, al acercarnos más en las vistas satelitales la huella dejada por el edificio en cimientos, árboles y plantas crecidos entre ellos coincide plenamente con la planta detallada del inmueble en orientación, disposición y dimensiones:
Empleando esa magnífica herramienta que es Google Street View, pudimos acercarnos a ese punto de la Carretera Panamericana y ver, con sorpresa y alegría, que en el terreno no sólo las plantas delimitaban lo que fue la estación del ferrocarril de Ñadó, sino que en el terreno asomaban lo que parecían ser cimientos e inicios de muros del edificio. Algo, pues, quedaba físicamente de la estación del tren que tanto tiempo había tratado de ubicar infructuosamente.
Sin embargo, en este Aculco tan cambiante que no sabe respetar los restos materiales de su historia a pesar de estar incluido -inútilmente- en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, el gozo pronto se fue al pozo, como reza el refrán: sucede que en las obras de ampliación de la Carretera Panamericana realizadas por el Gobierno Federal en los últimos años e inauguradas este mismo mes de enero de 2014, se destruyeron buena parte de esos vestigios, antes siquiera de que pudiéramos conocerlos in situ y recabar algunas fotografías. Como muestran las siguientes fotografías satelitales, casi una mitad del cuadrángulo que formó el edificio principal de la estación -justo donde asomaban los restos de muros- fue engullido por la carretera.
¿Y cómo sería arquitectónicamente aquella estación? Es difícil saberlo ya que no existen fotografías, pero podemos remitirnos a la estación de este mismo ferrocarril en las haciendas de Cofradía (una pequeña estación de la que ya hablé antes en este blog) y Cazadero (bastante mayor, de la que muestro aquí una imagen actual, cortesía de Andrés Arce) para intentar darnos una idea de cómo fue.
ACTUALIZACIÓN: 7 DE DICIEMBRE DE 2018
Me escribe un lector de este blog informándome que por narración a su padre de su bisabuelo Agapito González (administrador del carbón que llegaba a la hacienda) sabe que la piedra con que estaba construida la estación fue sacada para edificar parte de la primaria de la comunidad de Ñadó:
La mayoría de los lugareños de Ñadó conocen el lugar como "la estacion", aunque algunos no saben ni por qué. Las piedras [de la vieja estación] fueron para edificar las dos primeras aulas de la primaria Benito Juarez que actualmnte son los salones de cuarto y quinto año. Destacan del resto de la estructura de la escuela por ser mas gruesas sus paredes. La gente las fue acarreando a lomo en mecapal, las señoras en su rebozo y las personas que contaban con yuntas de bueyes las jalaban arrastrando.
Agradezco mucho el testimonio. Éste tipo de relatos permiten darle alma a una narración histórica e incluso explicarnos mejor los hechos.