Seguramente los lectores de este blog han observado la cruz que se encuentra en la base de la torre de la parroquia, en la cara que da hacia el atrio. De hecho, me referí a ella en un post anterior, en el que me preguntaba si podría tratarse acaso de la desaparecida cruz atrial, pues al observarla con cuidado resulta evidente que se trata de una escultura exenta, hecha para erguirse sobre una peana que dejó su huella en la parte inferior de la cruz, y que fue empotrada en el muro muy posteriormente.
En realidad, la cruz mantiene el misterio de su ubicación original. Pero sobre la lápida que la acompaña he encontrado alguna información que revela su origen, así como las razones de su ubicacíón actual en conjunto con la cruz.
Invitación de la comisión internacional publicada en la Gaceta Eclesiástica Mexicana el 1o de julio de 1898.
Hacia el año de 1898, el papa León XIII determinó solemnizar especialmente el jubileo del Año Santo de 1900 -por tratarse del cambio de centuria- consagrando el nuevo siglo a Jesucristo Redentor. Esta conmemoración debía ser, además, una expiación "a fin de ofrecer alguna satisfacción a Dios, tan ultrajado y negado por los descreídos de este siglo diecinueve" (1). Para tal efecto, el papa creó una junta o comisión internacional presidida por el cardenal Jacobini, que entre otras cosas determinó
Que en todas partes se procure perpetuar de manera especial la memoria de la solemne profesión de fe, hecha al acabar nuestro siglo, para lo cual, en misiones y ejercicios que se hagan, se podrán erigir cruces conmemorativas que lleven el siguiente epígrafe:
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ANNO 1900
JESVUS CHRISTVS
DEVS HOMO
VIVIT REGNAT IMPERAT
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En todas las catedrales e iglesias matrices, se podría incrustar en la pared una de las cruces conmemorativas y descubrirse en la última noche del siglo XIX (2).
Como puede verse, la feligresía aculquense siguió las recomendaciones de la comisión al pie de la letra, dejándonos así la cruz y lápida para memoria de aquel ya lejano cambio de siglo. Un recuerdo cuyo sentido se perdió por muchos años, pero que ahora podemos devolverle con una simple mirada entendida.
La cruz "incrustada" y la lápida conmemorativa.
NOTAS
(1) Kenelm Vaughan. Viajes en España y Sud-América. Christian Press Association, New York, 1904, pág. 65.
(2) "Invitación de la Comisión Internacional para el solemne homenaje a Jesucristo Redentor", Gaceta Eclesiástica Mexicana, 1o. de julio de 1898, pág. 42.
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