La esquina de la Casa del Diezmo en la actualidad, en Google Street View.
La construcción que se ubica en la esquina noreste del cruce de las calles de Morelos y Matamoros, desde que recuerdo, nunca llamó la atención. Sus fachadas de piedra blanca de Aculco y un solo nivel de altura mostraban unos cuantos vanos angostos -varios de ellos tapiados- y sus planos se continuaban con los inmuebles vecinos sin interrupción, por lo que resultaba difícil precisar dónde empezaba y dónde acababa su solar. Ni siquiera la mampostería de de estos muros aparentaba ser demasiado antigua, quizá a causa del rajueleado aplicado en épocas recientes. Y si por fuera por lo menos mantenía en pie sus paredes, por dentro parece ser que casi nada antiguo subsistía ya.
Pese a esta sencíllísima apariencia, al pasar junto a ella no podía evitar el detener la mirada un momento, tratando de interrogar a sus piedras y hallar, siempre sin lograrlo, algo que la relacionara con su hermoso y tradicional nombre de "Casa del Diezmo".
La apertura de esta accesoria significó el ensanchamiento de un vano antiguo y la colocación de una trabe de concreto como dintel.
En efecto, en este sitio se encontraban los almacenes en que la Iglesia colectaba y guardaba las semillas que los vecinos de la jurisdicción parroquial de Aculco entregaban como diezmo, un impuesto que consistía en la décima parte de los frutos de la agricultura o de la ganadería obtenidos cada año, que servía para el mantenimiento del convento, el templo, los frailes y los ministros de cada población. Sin embargo, en la Nueva España el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, pues era ésta la encargada directamente de erigir, dotar y mantener las iglesias y parroquias.
Uno de los vanos antiguos que subsisten en el muro de la calle de Morelos.
Como siempre ocurre, más que para los pobres, este impuesto era molesto para los grandes propietarios, por lo que a partir de la independencia se esforzaron por erradicarlo, lo que finalmente lograron al derogar su obligatoriedad con las Leyes de Reforma. Permanece sin embargo hasta la fecha como uno de los mandamientos de la Iglesia, el quinto: "Ayudar a la Iglesia en sus necesidades, ofreciendo el diezmo anual", aunque naturalmente no es ya de un 10%, sino lo equivalente a un día de trabajo.
Campana mayor de la parroquia de Aculco.
Cuenta la tradición que la aculquense Casa del Diezmo sirvió, a fines del siglo XVIII, para fundir la campana mayor del templo, bautizada como "Nuestra Señora de los Dolores", en 1788.
También junto a la calle de Morelos, junto al Hotel Chávez, sobrevive un vano tapiado de la antigua Casa del Diezmo.
Por lo menos hasta 1918 la Casa del Diezmo (que por obvias razones también era conocida como la Troje del Diezmo) permaneció en manos de la parroquia de Aculco, pero debe haberse convertido en propiedad particular pocos años después, quizá a consecuencia de la persecución de 1926-1929. Los inventarios levantados en aquel año señalan un magro ajuar y ninguna existencia de semillas u otros productos:
TROJE DEL DIEZMO.
1 Saranda para cernir maíz.
Varias tablas.
1 Mesa, rinconera.
1 Crucifijo, tamaño de una vara.
2 Percheros madera.
El antiguo inmueble debe haber decaído después ya que, como mencioné líneas arriba, mostraba ya desde hace casi cuatro décadas muy pocas huellas de su antigüedad y función original. Pero aún esos pocos restos han ido desapareciendo en los últimos años, al construirse accesorias con grandes entradas que mutilaron sus vanos originales, y una planta alta que abre sus ventanas a la calle de Morelos. Con ello, lo mejor que restaba de la Casa del Diezmo, sus gruesos muros de piedra blanca, han perdido ya mucho de su original dignidad.
En los últimos años, la Casa del Diezmo no ha dejado de transformarse. Obsérvese la nueva planta alta y el vano tapiado que existe entre las accesorias, sobre el que se empotró la placa con el número "14B".