Fachada de la parroquia de Aculco. Observese la distribución de los nichos que estuvieron tapiados hasta cerca de 1959.
En los últimos años de la década de 1950, en los tiempos en que los frailes agustinos recoletos que tuvieron a su cargo la administración de la parroquia de Aculco emprendieron la restauración de la fachada del templo, aparecieron en ella una serie de nichos que habían sido tapiados en alguna época indeterminada (quizá en la renovación de la década de 1840 o acaso en la reconstrucción de 1914 a raíz del terremoto del 19 de noviembre de 1912). Si bien algo maltrechos, sobre todo por la pérdida de los repisones que alguna vez tuvieron y la mutilación de las esculturas de santos que albergan, la recuperación de estos nichos devolvió a la fachada mucho de su sentido arquitectónico original, cuya pérdida había provocado notorias malinterpretaciones en su análisis artístico como las de Elisa Vargas Lugo en su texto La Vicaría de Aculco.
Aparecieron en esa misma ocasión algunos otras obras notables, como un par de escudos franciscanos y un relieve de San Jerónimo penitente del que ya hemos tratado en otra ocasión, pero esta vez nos limitaremos a escribir acerca de los siete nichos distribuidos en la fachada diseñados para albergar imágenes exentas, de las que sobreviven cinco. Como varias de ellas se hallaron sin cabeza al iniciarse su recuperación, decía con su habitual gracejo don Modesto Uribe Romero en la iglesia había "santos degollados", haciendo un juego de palabras con el nombre del personaje de la época de Reforma, el "héroe de las derrotas", Santos Degollado.
Los nichos se distribuyen en pares en el primero, tercer y cuarto cuerpo de la fachada de la parroquia. En este último existe un tercer nicho al centro, que ocupa el lugar que en los otros cuerpos corresponde al relieve de los desposorios místicos de Santa Rosa de Lima, la ventana del coro, el relieve de San Jerónimo penitente y el arco de acceso al edificio.
Nicho izquierdo del primer cuerpo con mascarón alegre.
Nicho derecho del primer cuerpo, con mascarón triste.
Los nichos del primer cuerpo son los únicos vacíos y sólo el estudio iconográfico completo de la fachada podría darnos algún indicio de qué imágenes que alguna vez albergaron. Sin embargo, es posible que, como en el caso de muchos otros templos del México virreinal, contuvieran las figuras de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Este par de nichos son los que presentan una mayor calidad en sus labrados, aunque sus son menos elaborados, comparativamente, respecto de los otros cinco nichos. Su estructura es muy sencilla: una hornacina de planta semicircular con un par de columnas abombadas con capitel de intención corintia o compuesta -muy parecidas a las columnas pareadas que limitan las calles de esta fachada en el primer cuerpo-. Cubre el vano una venera hermosamente labrada, cuyas costillas convergen en un mascarón grotesco, sonriente en el nicho izquierdo y apesadumbrado en el derecho. EN las enjutas de la venera se despliegan sendos relieves vegetales en disposición de estrella. Al observar con cuidado estos nichos, se advierte la mutilación de algún relieve que enmarcaba estas enjutas, así como la destrucción del repisón o peana que se desarrollaba en la parte inferior y que sólo dejó señalada su huella triangular.
Nicho izquierdo del tercer cuerpo. Nótese la huella del repisón mutilado en la parte inferior.
Nicho derecho del tercer cuerpo.
Los nichos del tercer cuerpo repiten en general la misma disposición de los anteriormente descritos, si bien con algunas diferencias importantes: la primera, su tamaño ligeramente menor; la segunda, sus columnas, algo más alargadas que las del primer cuerpo y carentes del par de volutas que coronan aquellas, aunque soportan una especie de arquitrabe que seguramente estuvo antaño decorada; la tercera, el relieve de las enjutas, mucho más elaborado y en el que se unen el par de relieves fitoformes a través de una especie de cadena; el cuarto, no se labró al fondo de la venera un mascarón sino sólo un par de róleos unidos. También tuvieron su respectivo repisón, cuya huella apenas se distingue. Estos nichos guardan todavía un par de esculturas de santos franciscanos (identificables por el hábito y el cordón con nudos), que junto con la cabeza y manos perdieron los atributos que habrían permitido identificarlos. Acaso el hecho de que uno de ellos parece haber tenido la cabeza cubierta con la capucha y en el otro se observa un extraño relieve sobre la golilla permitan en el futuro lograr su identificación. Ambas esculturas se apoyaban en una peana poligonal que forma parte de la propia pieza y que también resultó mutilada en la parte frontal.
Nicho derecho del cuarto cuerpo.
Nicho izquierdo del cuarto cuerpo.
Relieve de San Jerónimo penitente en el segundo cuerpo de la fachada. Nótese la semejanza de su "venera" con la de los nichos del cuarto cuerpo, aunque en este caso está orlada por el cordón franciscano.
Los nichos pares del cuarto cuerpo son una nueva variante del mismo diseño. Esta vez, son más angostos, por lo que sus veneras se alargan hasta resultar casi parabólicas. Y decimos veneras por darle un nombre a la cubierta semihemisférica de estos nichos, ya que en realidad no reproducen la habitual forma de una concha sino una especie de escamas radiales (de manera muy parecida a la "venera" que cierra la parte superior del relieve de San Jerónimo penitente). La planta de estos nichos no es semicircular sino rectangular, por lo que el acomplamiento entre el hueco y la "venera" resulta deficiente. En lugar de las columnas de los primeros cuatro nichos, vemos aquí unos haces de columnillas que comparten un arquitrabe labrado con hojas de acanto. Los santos franciscanos colocados en estas hornacinas son los mejor conservados pues tienen aún sus cabezas y algunas de sus extremidades, pero lamentablemente nada que permita su identificación. Los nichos tuvieron también su repisón, pero las esculturas carecen esta vez de peana.
Nicho central del cuarto cuerpo, con la imagen de la Purísima.
El nicho central del cuarto cuerpo, seguramente debido a su especial colocación, muestra varias características nuevas. Entre ellas destacan: su ubicación al centro de un marco formado por molduras de piedra; su tamaño, puesto que es el más pequeño de todos los nichos de la portada; sus raras columnas abalaustradas con una especie de capitel bulbiforme con la apariencia de tulipán, las enjutas decoradas con relieves de hojas de vid, sarmientos y racimos de uvas y la doble "venera" formada por una extraña sucesión de hojas de acanto dispuestas en forma radial, que en conjunto adquieren el aspecto de plumaje. El nicho, de planta rectangular y que igual que el resto estuvo adornado con un repisón de piedra hoy desaparecido, conserva una imagen de la Purísima Concepción con amplios vuelos barrocos en sus vestiduras, aunque con los brazos rotos.
El plan iconográfico que siguieron los constructores de la fachada principal de la parroquia de Aculco, y que como toda obra de su época debió encerrar un mensaje simbólico, nos es todavía en gran parte desconocido. Ello se debe principalmente a la pérdida de piezas completas y atributos que hemos descrito en este pequeño texto. Los elementos que subsisten -el hermoso relieve de los Desposorios Místicos de Santa Rosa de Lima, el relieve de San Jerónimo penitente, el león y el pescado de las gárgolas, los santos franciscanos- pueden ser sin embargo suficientes para proponer algunas hipótesis sobre el simbolismo de esta fachada barroca. Esperamos, en algún próximo post, comenzar a esbozar algunas de estas propuestas.