martes, 26 de enero de 2010
El último post
A lo largo de poco más de un año y medio, este blog se ha ocupado con verdadera pasión de la defensa y difusión del patrimonio histórico de Aculco, de la denuncia de daños a su arquitectura tradicional (protegida por la Ley), de señalar la responsabilidad de las autoridades en ese deterioro y, en fin, de describir lo que mi pueblo ha sido y, cada vez con mayor frecuencia, ya no es.
Más de un centenar de posts dan fe, creo, de una tarea cumplida que hoy llega su fin. No es una decisión precipitada: desde hace meses decidí poner un término a esta icupación y el límite lo marcaría la publicación de mi libro Ñadó, un monte, una hacienda, una historia, que ahora ha visto la luz. Las razones para no continuar son muchas, muy diversas y algunas demasiado personales como para discutirlas aquí. "Nos sobran los motivos", diría Joaquín Sabina.
No habrá a partir de hoy más posts en este blog. Aquí seguirán, sin embargo, los posts anteriores hasta que el blog se caiga de viejo. Este alejamiento, por lo demás, no se limita sólo a este sitio, sino que incluye todo asunto aculquense, por lo que posiblemente Ñadó sea mi último libro acerca de la historia de nuestro municipio. Este "posiblemente" lo subrayo, pues tengo otro par de textos casi concluidos y es posible que en algún momento lleguen a ser publicados, aunque por el momento no tengo esa intención.
Sé que extrañaré esta labor de historiador y cronista de Aculco que yo mismo me atribuí desde que era casi un niño, pero no lo deploro: me siento verdaderamente contento con lo hecho hasta aquí y bien pagado con las satisfacciones (y también con las desazones) que ese trabajo, no remunerado de ninguna otra forma, me ha dado en estos años.
Agradezco mucho a los lectores de este blog su compañía, su apoyo y comentarios, a favor y en contra. A los "tartufos" asiduos a este blog les recomiendo sinceramente que en adelante no se escondan cobardemente tras el anonimato, sino que den la cara para discutir, pelear o hasta para insultar.
No sé sí algún día volveré a escribir sobre Aculco. Sin duda me quedó mucho por tratar en este blog y en mis libros, pero es difícil que lleguen a darse las circunstancias para ese regreso, pues van algo más allá del deseo y la capacidad de hacerlo. Por ahora, sólo puedo decir con el flaco de Úbeda:
Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
JLB
lunes, 25 de enero de 2010
El Juicio Final
En la sección restaurada como casa-habitación del viejo edificio conocido como el Molino de Arroyozarco, situado a orillas del embalse del mismo nombre en el municipio de Aculco, existe una pintura de origen novohispano, muy probablemente del siglo XVIII, de carácter popular, que representa el Juicio Final. Dadas las condiciones de abandono en que permaneció el inmueble que la alberga desde cerca de 1903 hasta la década de 1970, y a que su antigüedad no se remonta más allá de mediados del siglo XIX, es casi seguro que no perteneció originalmente a él, sino que fue llevado de algún otro sitio por el actual propietario del Molino, don Jorge Girault.
El cuadro, de cerca de un metro de altura, muestra como elemento principal un San Miguel Arcángel como soldado y vestido "a la romana", con sus atributos usuales: la espada flamígera en la diestra y una balanza en la mano izquierda. En el peto de la armadura se observan las figuras del Sol y la Luna. Detrás de San Miguel se yergue una sencilla cruz de madera que separa dos grupos de personas: el de la izquierda, con los doce apóstoles encabezados por San Pedro -tan apretujados que sólo cinco de ellos aparecen completos y del resto asoma únicamente la cabeza; el de la derecha, con Cristo resucitado y María coronados y apoyados en sendos tronos. Sobre ella, en graciosa curva se despliega el versículo de Oseas (13:14): De manu mortis liberabo eos de morte redimam eos ero mors tua o mors ero morsus tuus inferne consolatio abscondita est ab oculis meis, esto es "¿Los redimiré del poder del Seol? ¿Los rescataré de la Muerte? ¿Dónde está, oh Muerte, tu espina? ¿Dónde está, oh Seol, tu aguijón? La compasión se ha ocultado de mis ojos."
Bajo el grupo de Cristo y María se observa al Ángel del Apocalispsis que hace sonar su trompeta, de la que parece salir la frase de San Jerónimo "Surgite mortui venite ad judicium", "Levántense los muertos y vengan al juicio". En la parte inferior de la pintura, los muertos resucitan y responden al llamado saliendo desnudos de sus sepulcros. Sobre ellos se lee la frase tomada del Apocalipsis 18:10: Væ, væ civitas illa magna Babylon, civitas illa fortis : quoniam una hora venit judicium tuum., es decir, "¡Ay, ay, la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte!, porque en una hora ha llegado tu juicio." A la derecha, brillan las llamas del Infierno, del que parece surgir ondulante como una voluta de humo la sentencia tomada del libro de Job (17:13,16): Si sustinuero, infernus domus mea est, et in tenebris stravi lectulum meum. In profundissimum infernum descendent omnia mea: putasne saltem ibi erit requies mihi?, que significa "Si aguantare, mi casa es el sepucro, y en las tinieblas he tendido mi camilla. A lo más profundo del sepulcro descenderán mis cosas: ¿crees tú que siquiera alló tendré yo reposo?".
Si bien, como dijimos líneas arriba, este interesante cuadro muy probablemente no perteneció originalmente al patrimonio histórico y artístico aculquense, resulta curiosa su relación con San Jerónimo, santro patrón del pueblo, a través de su frase incluida en la obra, así como en parte de su propia temática (el Ángel del Apocalipsis), que es semejante a la que acompaña frecuentemente a las representaciones pictóricas del santo.
miércoles, 20 de enero de 2010
Vendida
Hace unos meses dimos cuenta del rumor de que la nueva administración municipal pretendía adquirir la bella casa de la familia Alcántara Terreros, situada en la Plaza Juárez, para convertirla en "Museo del Bicentenario". Ahora hemos recibido la noticia cierta de que no será así, pues el inmueble ha sido vendido ya a un particular que, según nos comentan, la transformará en hotel.
Aún es pronto para juzgar el hecho, pues no sabemos si esto redundará en beneficio de la construcción -una de las más antiguas, hermosas y bien conservadas en sus detalles arquitectónicos del pueblo- o en su demérito. Lo que sí queda claro es que para Aculco se perdió la posiblemente irrepetible oportunidad de rescatar una de las casas con mayor interés patrimonial de su entramado urbano para beneficio de sus pobladores.
Desde este blog hacemos un respetuoso llamado al nuevo propietario de la casa de la familia Alcántara Terreros para que conserve los valores arquitectónicos que la distinguen, evitando alteraciones que falsifiquen su aspecto original todavía tan bien conservado. Esto no significa que el inmueble no pueda tener ese nuevo uso, por el contrario, creemos justo que la antigua construcción se "gane la vida" y pueda adaptarse a nuevas exigencias, pero con respeto a su carácter con el que contribuye de manera destacada a la belleza urbana del poblado, que es sin duda el principal atractivo de Aculco de Espinosa.
lunes, 18 de enero de 2010
Puertas y portones
Entre los elementos de la arquitectura tradicional del pueblo de Aculco que más pérdidas han sufrido con el correr del tiempo y la intervención humana, se encuentran las puertas y portones. Esto se debe, por supuesto, a su propia naturaleza, ya que al estar hechos de madera su degradación es muy rápida cuando no se les trata con cuidado o se les deja sufrir los efectos de la intemperie. Pero su desaparición también ha sido provocada por causas menos naturales, como la necesidad de contar con accesos más seguros o el afán de lucro, pues algunos de los viejos portones del pueblo fueron vendidos y adornan en la actualidad casas situadas en Tlalpan, Coyoacán y San Ángel, los tradicionales barrios coloniales del sur la ciudad de México.
Quizá la mejor manera de realizar un recorrido por las puertas y portones que existen aún en Aculco, así como los que ya han desaparecido, es agrupándolos por sus características formales. Así, hablaremos de las puertas entableradas coloniales, las puertas claveteadas de la misma época, las puertas entableradas de los siglos XIX y XX, las sencillas puertas de duela y, finalmente, de las puertas contemporáneas que evocan alguna de estas tipologías.
Puertas entableradas coloniales
Sin duda son las más hermosas y su uso estuvo prácticamente limitado a las edificaciones más importantes del pueblo, tanto civiles como religiosas. Se les elaboró tanto en pequeño formato, para las puertas de las alacenas, como de grandes dimensiones, para cerrar las entradas principales. Su estructura está formada por casetones almohadillados cuadrados o rectangulares, ligeramente moldurados, que dan una apariencia elaborada a su superficie, con efectos de claroscuro muy agradables. Entre los ejemplos notables de este tipo de puertas podemos mencionar las siguientes:
Puertas de la parroquia de San Jerónimo, posiblemente de fines del siglo XVII y principios del XVIII. Obsérvense los páneles labrados con escenas, escudos, símbolos y otros motivos en la parte superior, así como los casetones moldurados con curvas de la parte inferior.
Portón de la Casa de la familia Alcántara Terreros. Este portón de gran altura data posiblemente del siglo XVIII. Parte notable de él es su herrería, particularmente su chapa en forma de águila bícefala.
Antiguo portón de la desaparecida Casa de Ñadó. Este portón muestra un gran parecido con el anterior, aunque tamaño es ligeramente menor. Actualmente se encuentra ubicado en el número 7 de la calle José Canal.
Esta puerta, de dimensiones medias, pertenece a la capilla del pueblo de Santa Anna Matlavat. Nótense los tableros que adoptan la forma de cruces.
Esta pequeña puerta da acceso al claustro del covento de Aculco, desde el vestíbulo que se encuentra tras la portería. Véase cómo la menor dimensión de los tableros da a los casetones una apariencia de "cabeza de diamante".
Balcón en la casa de los Terreros. Aunque muy modificada y dividida en tiempos recientes, todavía se puede ver en esa casa esta hermosa puerta entablerada en una ventana que da hacia la calle Rivapalacio.
Puertas claveteadas coloniales
Al parecer, este tipo de puerta fue en Aculco más abundante que el entablerado en tiempos coloniales, aunque su destrucción ha sido mayor quizá debido a su menor interés estético. En general, se trataba de puertas también entableradas, aunque sus tableros eran mucho más grandes que los de la tipología anterior y no mostraban su almohadillado característico. Lo notable en ellas era las series de clavos de hierro de cabeza ancha, plana y redonda que les servían de adorno. El ejemplo más importante de este tipo de puerta fue de la Casa del Puente, que se dejó perder por simple negligencia y de la que sólo subsiste, en una colección particular, el postigo (es decir, la puerta pequeña, para peatones, que formaba parte de él). Otros ejemplos más son los siguientes:
Puerta en la Casa de los Arcos. Este inmueble, situado en la Plaza de la Constitución, conserva gran cantidad de detalles interesantes. Tal es el caso de esta pequeña puerta, con apenas cuatro filas de clavos y tableros sobriamente moldurados.
En el corral de la Casa de los Terreros se encontraba esta hermosa puerta claveteada, que quizá ya despareció debido a las modificaciones que ha padecido en los últimos años. Estaba dividida en cuatro tableros y mostraba seis filas de clavos. Aparentemente, nunca estuvo pintada ni barnizada.
La puerta de la sala de la Casa de los Terreros era también claveteada. Como se puede observar en esta fotografía tomada a fines de la década de 1990, sus cuatro hileras de clavos habían sido pintados de dorado.
La puerta de la botica de la Casa de los Terreros era también un bello ejemplar claveteado, que contaba además con una interesante mirilla. Fue desmontada y sustituida, como se observa en la segunda fotografía, por una puerta de fierro que intenta imitar las balconerías del siglo XIX de la misma casa. Por fortuna, la puerta antigua se conserva, sin montar, en otra casa del mismo pueblo.
En la entrada al vestíbulo del covento de Aculco se conserva esta puerta. Aunque poco visible por la propaganda y el mal ángulo, la hoja que abre a la izquierda es un elegante y sencillo ejemplo de puerta colonial claveteada.
Esta puerta del edificio del Despacho de la hacienda de Arroyozarco, apenas visible tras la tela de gallinero, es también claveteada. Dividida en cuatro tableros y con seis filas de clavos, éstos son de pequeñas dimensiones.
Estos restos de una puerta claveteada colonial se encuentran en la que fue la casa de don Domitilo Alcántara, en la esquina de las plazas de la Constitución y José María Sánchez y Sánchez. Es una verdadera pena que vestigios históricos como este continúen sin ser apreciados y se pierdan sin remedio.
Puertas coloniales sin ornatos.
En este apartado incluimos los portones que muestran prácticamente sólo la madera con la que están construidos, sin grandes herrajes ni motivos labrados. Aquí caben lo mismo las sencillas puertas elaboradas con simples tablones, que algunos ejemplares con tableros semejantes a los de la puertas claveteadas, pero que carecen precisamente de clavos ornamentales.
Un ejemplo de ello es esta puerta por la que se accede desde la nave de la paroquia hacia el claustro del antiguo convento. Como se puede observar, es muy semejante en su construcción a la puerta claveteada de la Casa de los Arcos.
La Casa de don Abrham Ruiz contaba con una gran portada de cantera labrada, en la que desmerecía un poco un sencillo pero inmenso portón. Pese a todo, era un ejemplar sólidalmente construido que merecía un mejor destino, pero al ser demolida la casa fue vendido y salió del pueblo.
Sencillo también pero parte original del inmueble es la puerta de la capilla de San Lucas Totolmaloya. Bien conservada aunque pintada de amarillo, su único adorno son los tablones en diagonal de los cuarterones inferiores.
Esta es una de las más sencillas puertas auténticamente coloniales de Aculco. Formada por simples tablones ligados con bien labrada herrería, se encuentra en una antigua troje de la hacienda de Arroyozarco.
Puertas entableradas de los siglos XIX y XX.
Aunque entableradas y con casetones resaltados como las de la primera tipología aquí presentada, estas puertas pertenecen a una época distinta y esto se observa sobre todo en el espesor de las maderas utilizadas, que son mucho más delgadas, en la profundidad menor de los rehundidos que rodean a las almohadillas, y en la menor cantidad de tableros en relación con el tamaño de las puertas.
La puerta del acceso principal a la hacienda de Ñadó se cuentra entre las más interesantes en esta categoría. Sus bien moldurados casetones se adornan en la parte superior con motivos circulares rehundidos, mientras que en la parte inferior se observan paños lisos. Pintada antiguamente en blanco, actualmente se ve como en la segunda fotografía, después de la restauración realizada en todo el inmueble.
La puerta del Bautisterio antiguo del convento de Aculco podría clasificarse quizá como un ejemplar de transición entre las puertas entableradas coloniales y las del siglo XIX. Pero esto ya no lo podremos saber nunca pues fue sustituida hace pocos meses con la puerta de menor calidad que se ve en la fotografía inferior, cuando se trasladaron a ese recinto las oficinas de la notaría parroquial.
En el mismo convento subsisten aún otras puertas entableradas del siglo XIX. Ésta que mira hacia la portería, por ejemplo, corresponde a la estancia en la que se encontraban hasta hace poco las oficinas mencionadas de la notaría parroquial.
El cancel de la parroquia de San Jerónimo, que ocupa el lugar habitual en el sotocoro, es posiblemente un mueble entablerado colonial modificado años después para agregarle las molduras curvas y cristales de la parte superior, seguramente con el fin de dar mayor luminosidad a la nave.
En el número 1 de la Plazuela Hidalgo, se encuentra esta portada de la segunda mitad del siglo XVIII que alberga un portón entablerado unos cien años más joven pero que se adecua perfectamente a él.
Este portón procede de la casa de don José María Sánchez Silva, en la Plaza de la Constitución, y fue removido de ella para colocarlo en la casa de Aldama no. 8, cuando ambas propiedades pertenecían al mismo dueño.
Finalmente, este gran portín entablerado del siglo XIX corresponde a la casa conocida como "Las Tres Naciones" (por el nombre de la tienda que ahí existió), situada en la esquina de Manuel del Mazo y Allende.
Una variante muy frecuente en esta categoría son las puertas utilizadas en ventanas y balcones, en las que los casetones superiores son reemplazados por vidrios para la mejor iluminación de los interiores. Dado que en tiempos coloniales el vidrio para ventanas era escaso y caro, los más antiguos de estos ejemplares se pueden atribuir al siglo XIX.
Puertas de duelas.
Este modelo de puerta fue, por mucho, el más abundante en las construcciones históricas aculquenses, aunque eso se debe probablemente a la sustitución de las puertas más antiguas por modelos más sencillos y baratos en épocas de penuria. Consistía en largas y delgas tablas colocadas verticalmente o en diagonal sobre una estructura de pies derechos y travesaños de madera más gruesos.
Un magnifico ejemplo era la puerta de la Casa de Hidalgo, que lamentablemente desapareció hace ya varias décadas, sustituida por una puerta metálica, como se observa en la segunda fotografía. Este modelo, con duelas colocadas en diagonal, fue muy frecuente e incluso el convento tenía una de este tipo, en la entrada que daba hacia la calle José Canal.
En la carpintería de la hacienda de Arroyozarco se construyeron a principios del siglo XX algunos ejemplares de puertas de duelas colocadas de manera vertical. Ésta, que se encuentra en el edificio del Despacho de dicha hacienda y que cuenta con un postigo, es prácticamente idéntica a la que exisitió en la Casa de don Juan Lara Alva y que fue montada después en la Casa de la familia Lara Mondragón, donde permanece.
A un lado de la anterior se encuentra esta pequeña puerta, también construida con duelas molduradas.
En la sala de la Casa de la familia Lara Mondragón, subiste esta puerta de duela, muy semejante a la anterior.
En esta olvidada casa de la calle de Aldama, alejada del centro del pueblo y por ello poco conocida, pero que conserva bien sus rasgos arquitectónicos del siglo XVIII, existió también un portón de duelas, apenas distinguible en la fotografía superior. Actualmente ha sido reemplazado por una reja metálica.
Puertas modernas
Naturalmente, entre las puertas modernas que se pueden ver en la zona antigua de Aculco existe una variedad casi infinita. No pretendemos por ello presentar un muestrario extenso, sino sólo los ejemplos que nos han parecido representativos de esta variedad, haciendo énfasis en errores y aciertos.
A mediados del siglo XX, don Mateo Espinosa (hermano de Ignacio, epónimo del pueblo, realizó importantes reparaciones al inmueble conocido como Casa de Ñadó, en la esquina de la Plaza Juárez y la calle Manuel del Mazo. Al efecto, mandó fabricar con mucho acierto este portón casetonado de cedro, que evocaba a otro viejo portón que existía en la casa. Ambos, el antiguo y el moderno (aquí en la fotografía), fueron incorporados a la Casa de don Juan Lara Alva al ser demolida aquélla en la década de 1970.
El mismo don Mateo Espinosa mandó fabricar un portón casi gemelo al anterior para su finca del Molino Viejo. Aunque descuidado, se puede considerar todavía como una aportación valiosa a esa propiedad.
La puerta casetonada de la Casa del Padre José Canal, en la calle del mismo nombre, es también un ejemplo moderno, de la década de 1990, que sin duda contribuye a poner en valor el acceso de piedra labrada.
Puertas, como ésta de la Casa del Padre José Canal, que evocan los claveteados coloniales comenzaron a hacerse frecuentes a partir de 1978, cuando se utilizaron en la obra del Mercado Municipal y Conjunto Jorge Jiménez Cantú. El modelo más usual está formado por una estructura metálica aparente, con duelas atornilladas y clavos de cabeza redonda.
La puerta nueva del viejo mesón transformado en Hotel Chávez recuerda también las puertas claveteadas coloniales aún con mayor acierto, pues carece de la estructura metálica. Nótese la curiosa alternancia de clavos grandes y pequeños.
Estos tres ejemplos del mismo tipo de puerta, que corresponden a la casa construida en una parte del solar de la Casa del Puente (arriba) y en la Casa y Portal de don Alfonso Díaz (las dos inferiores) resultan, al contrario, realizaciones estéticamente fallidas. Las razones: sus proporciones, la incorporación de láminas de fierro, fallas en el ritmo de colocación de los clavos y en las subdivisiones de las puertas, y el tratamiento de la madera con barniz "natural".
Un portón muy reciente es éste que susutituyó a una vieja y fea puerta de fierro que durante años cerró la entrada de la capilla de la hacienda de Arroyozarco. Austera y de no mal diseño, desafortunadamente fue ejecutada en madera de poca calidad, llena de nudos, y el acabado en barniz "natural", ya cayéndose, tempoco le favorece.
Esta puerta de madera entablerada en un balcón de la Casa del Padre Canal, bien elaborada reemplazó hace poco más de 15 años a otra antigua, casi idéntica, que se encontraba ya en muy mal estado de conservación.
Pero más frecuente que el uso de madera, ha sido el del fierro para elaborar puertas de nueva factura para las casas de la zona antigua de Aculco. En la foto superior, un portón metálico en una troje de la hacienda de Ñadó, en la inferior, un portón de igual condición en el corral de la Casa de los Alcántara Terreros. Ambos son ejemplos clásicos de decenas de puertas que, sin pena ni gloria, reemplazaron a otras de madera.
También las puertas de los balcones han sido reemplazadas en muchos casos por nuevas puertas metálicas, muchas de las cuales intentan reproducir el aspecto que tuvieron las originales, como en esta casa ubicada en la calle Morelos.
Esta reja, de buena factura, se colocó hace ya muchas décadas en la Casa de doña Emilia Guerrero, de la calle de Aldama. Al reconstruirse ésta a fines de la década de 1980, se le mantuvo en su sitio, con el agragado de las láminas que cierran la vista al interior.
La puerta de la capilla de Santa María Nativitas es un buen ejemplo de la incorporación deficiente de una puerta nueva -en este caso de hierro y vidrio- a un inmueble histórico.
Pero las cortinas metálicas son el verdadero enemigo para la dignidad de los inmuebles del centro histórico de Aculco. Aunque su uso ha estado restringido a través de los Bandos Muicipales, han proliferado en las zonas aledañas al mercado municipal, la calle Hidalgo y la calle de Abasolo. Ésta se encuentra en la Casa de la familia Chávez, en la calle de Iturbide.
Quizá la mejor manera de realizar un recorrido por las puertas y portones que existen aún en Aculco, así como los que ya han desaparecido, es agrupándolos por sus características formales. Así, hablaremos de las puertas entableradas coloniales, las puertas claveteadas de la misma época, las puertas entableradas de los siglos XIX y XX, las sencillas puertas de duela y, finalmente, de las puertas contemporáneas que evocan alguna de estas tipologías.
Puertas entableradas coloniales
Sin duda son las más hermosas y su uso estuvo prácticamente limitado a las edificaciones más importantes del pueblo, tanto civiles como religiosas. Se les elaboró tanto en pequeño formato, para las puertas de las alacenas, como de grandes dimensiones, para cerrar las entradas principales. Su estructura está formada por casetones almohadillados cuadrados o rectangulares, ligeramente moldurados, que dan una apariencia elaborada a su superficie, con efectos de claroscuro muy agradables. Entre los ejemplos notables de este tipo de puertas podemos mencionar las siguientes:
Puertas de la parroquia de San Jerónimo, posiblemente de fines del siglo XVII y principios del XVIII. Obsérvense los páneles labrados con escenas, escudos, símbolos y otros motivos en la parte superior, así como los casetones moldurados con curvas de la parte inferior.
Portón de la Casa de la familia Alcántara Terreros. Este portón de gran altura data posiblemente del siglo XVIII. Parte notable de él es su herrería, particularmente su chapa en forma de águila bícefala.
Antiguo portón de la desaparecida Casa de Ñadó. Este portón muestra un gran parecido con el anterior, aunque tamaño es ligeramente menor. Actualmente se encuentra ubicado en el número 7 de la calle José Canal.
Esta puerta, de dimensiones medias, pertenece a la capilla del pueblo de Santa Anna Matlavat. Nótense los tableros que adoptan la forma de cruces.
Esta pequeña puerta da acceso al claustro del covento de Aculco, desde el vestíbulo que se encuentra tras la portería. Véase cómo la menor dimensión de los tableros da a los casetones una apariencia de "cabeza de diamante".
Balcón en la casa de los Terreros. Aunque muy modificada y dividida en tiempos recientes, todavía se puede ver en esa casa esta hermosa puerta entablerada en una ventana que da hacia la calle Rivapalacio.
Puertas claveteadas coloniales
Al parecer, este tipo de puerta fue en Aculco más abundante que el entablerado en tiempos coloniales, aunque su destrucción ha sido mayor quizá debido a su menor interés estético. En general, se trataba de puertas también entableradas, aunque sus tableros eran mucho más grandes que los de la tipología anterior y no mostraban su almohadillado característico. Lo notable en ellas era las series de clavos de hierro de cabeza ancha, plana y redonda que les servían de adorno. El ejemplo más importante de este tipo de puerta fue de la Casa del Puente, que se dejó perder por simple negligencia y de la que sólo subsiste, en una colección particular, el postigo (es decir, la puerta pequeña, para peatones, que formaba parte de él). Otros ejemplos más son los siguientes:
Puerta en la Casa de los Arcos. Este inmueble, situado en la Plaza de la Constitución, conserva gran cantidad de detalles interesantes. Tal es el caso de esta pequeña puerta, con apenas cuatro filas de clavos y tableros sobriamente moldurados.
En el corral de la Casa de los Terreros se encontraba esta hermosa puerta claveteada, que quizá ya despareció debido a las modificaciones que ha padecido en los últimos años. Estaba dividida en cuatro tableros y mostraba seis filas de clavos. Aparentemente, nunca estuvo pintada ni barnizada.
La puerta de la sala de la Casa de los Terreros era también claveteada. Como se puede observar en esta fotografía tomada a fines de la década de 1990, sus cuatro hileras de clavos habían sido pintados de dorado.
La puerta de la botica de la Casa de los Terreros era también un bello ejemplar claveteado, que contaba además con una interesante mirilla. Fue desmontada y sustituida, como se observa en la segunda fotografía, por una puerta de fierro que intenta imitar las balconerías del siglo XIX de la misma casa. Por fortuna, la puerta antigua se conserva, sin montar, en otra casa del mismo pueblo.
En la entrada al vestíbulo del covento de Aculco se conserva esta puerta. Aunque poco visible por la propaganda y el mal ángulo, la hoja que abre a la izquierda es un elegante y sencillo ejemplo de puerta colonial claveteada.
Esta puerta del edificio del Despacho de la hacienda de Arroyozarco, apenas visible tras la tela de gallinero, es también claveteada. Dividida en cuatro tableros y con seis filas de clavos, éstos son de pequeñas dimensiones.
Estos restos de una puerta claveteada colonial se encuentran en la que fue la casa de don Domitilo Alcántara, en la esquina de las plazas de la Constitución y José María Sánchez y Sánchez. Es una verdadera pena que vestigios históricos como este continúen sin ser apreciados y se pierdan sin remedio.
Puertas coloniales sin ornatos.
En este apartado incluimos los portones que muestran prácticamente sólo la madera con la que están construidos, sin grandes herrajes ni motivos labrados. Aquí caben lo mismo las sencillas puertas elaboradas con simples tablones, que algunos ejemplares con tableros semejantes a los de la puertas claveteadas, pero que carecen precisamente de clavos ornamentales.
Un ejemplo de ello es esta puerta por la que se accede desde la nave de la paroquia hacia el claustro del antiguo convento. Como se puede observar, es muy semejante en su construcción a la puerta claveteada de la Casa de los Arcos.
La Casa de don Abrham Ruiz contaba con una gran portada de cantera labrada, en la que desmerecía un poco un sencillo pero inmenso portón. Pese a todo, era un ejemplar sólidalmente construido que merecía un mejor destino, pero al ser demolida la casa fue vendido y salió del pueblo.
Sencillo también pero parte original del inmueble es la puerta de la capilla de San Lucas Totolmaloya. Bien conservada aunque pintada de amarillo, su único adorno son los tablones en diagonal de los cuarterones inferiores.
Esta es una de las más sencillas puertas auténticamente coloniales de Aculco. Formada por simples tablones ligados con bien labrada herrería, se encuentra en una antigua troje de la hacienda de Arroyozarco.
Puertas entableradas de los siglos XIX y XX.
Aunque entableradas y con casetones resaltados como las de la primera tipología aquí presentada, estas puertas pertenecen a una época distinta y esto se observa sobre todo en el espesor de las maderas utilizadas, que son mucho más delgadas, en la profundidad menor de los rehundidos que rodean a las almohadillas, y en la menor cantidad de tableros en relación con el tamaño de las puertas.
La puerta del acceso principal a la hacienda de Ñadó se cuentra entre las más interesantes en esta categoría. Sus bien moldurados casetones se adornan en la parte superior con motivos circulares rehundidos, mientras que en la parte inferior se observan paños lisos. Pintada antiguamente en blanco, actualmente se ve como en la segunda fotografía, después de la restauración realizada en todo el inmueble.
La puerta del Bautisterio antiguo del convento de Aculco podría clasificarse quizá como un ejemplar de transición entre las puertas entableradas coloniales y las del siglo XIX. Pero esto ya no lo podremos saber nunca pues fue sustituida hace pocos meses con la puerta de menor calidad que se ve en la fotografía inferior, cuando se trasladaron a ese recinto las oficinas de la notaría parroquial.
En el mismo convento subsisten aún otras puertas entableradas del siglo XIX. Ésta que mira hacia la portería, por ejemplo, corresponde a la estancia en la que se encontraban hasta hace poco las oficinas mencionadas de la notaría parroquial.
El cancel de la parroquia de San Jerónimo, que ocupa el lugar habitual en el sotocoro, es posiblemente un mueble entablerado colonial modificado años después para agregarle las molduras curvas y cristales de la parte superior, seguramente con el fin de dar mayor luminosidad a la nave.
En el número 1 de la Plazuela Hidalgo, se encuentra esta portada de la segunda mitad del siglo XVIII que alberga un portón entablerado unos cien años más joven pero que se adecua perfectamente a él.
Este portón procede de la casa de don José María Sánchez Silva, en la Plaza de la Constitución, y fue removido de ella para colocarlo en la casa de Aldama no. 8, cuando ambas propiedades pertenecían al mismo dueño.
Finalmente, este gran portín entablerado del siglo XIX corresponde a la casa conocida como "Las Tres Naciones" (por el nombre de la tienda que ahí existió), situada en la esquina de Manuel del Mazo y Allende.
Una variante muy frecuente en esta categoría son las puertas utilizadas en ventanas y balcones, en las que los casetones superiores son reemplazados por vidrios para la mejor iluminación de los interiores. Dado que en tiempos coloniales el vidrio para ventanas era escaso y caro, los más antiguos de estos ejemplares se pueden atribuir al siglo XIX.
Puertas de duelas.
Este modelo de puerta fue, por mucho, el más abundante en las construcciones históricas aculquenses, aunque eso se debe probablemente a la sustitución de las puertas más antiguas por modelos más sencillos y baratos en épocas de penuria. Consistía en largas y delgas tablas colocadas verticalmente o en diagonal sobre una estructura de pies derechos y travesaños de madera más gruesos.
Un magnifico ejemplo era la puerta de la Casa de Hidalgo, que lamentablemente desapareció hace ya varias décadas, sustituida por una puerta metálica, como se observa en la segunda fotografía. Este modelo, con duelas colocadas en diagonal, fue muy frecuente e incluso el convento tenía una de este tipo, en la entrada que daba hacia la calle José Canal.
En la carpintería de la hacienda de Arroyozarco se construyeron a principios del siglo XX algunos ejemplares de puertas de duelas colocadas de manera vertical. Ésta, que se encuentra en el edificio del Despacho de dicha hacienda y que cuenta con un postigo, es prácticamente idéntica a la que exisitió en la Casa de don Juan Lara Alva y que fue montada después en la Casa de la familia Lara Mondragón, donde permanece.
A un lado de la anterior se encuentra esta pequeña puerta, también construida con duelas molduradas.
En la sala de la Casa de la familia Lara Mondragón, subiste esta puerta de duela, muy semejante a la anterior.
En esta olvidada casa de la calle de Aldama, alejada del centro del pueblo y por ello poco conocida, pero que conserva bien sus rasgos arquitectónicos del siglo XVIII, existió también un portón de duelas, apenas distinguible en la fotografía superior. Actualmente ha sido reemplazado por una reja metálica.
Puertas modernas
Naturalmente, entre las puertas modernas que se pueden ver en la zona antigua de Aculco existe una variedad casi infinita. No pretendemos por ello presentar un muestrario extenso, sino sólo los ejemplos que nos han parecido representativos de esta variedad, haciendo énfasis en errores y aciertos.
A mediados del siglo XX, don Mateo Espinosa (hermano de Ignacio, epónimo del pueblo, realizó importantes reparaciones al inmueble conocido como Casa de Ñadó, en la esquina de la Plaza Juárez y la calle Manuel del Mazo. Al efecto, mandó fabricar con mucho acierto este portón casetonado de cedro, que evocaba a otro viejo portón que existía en la casa. Ambos, el antiguo y el moderno (aquí en la fotografía), fueron incorporados a la Casa de don Juan Lara Alva al ser demolida aquélla en la década de 1970.
El mismo don Mateo Espinosa mandó fabricar un portón casi gemelo al anterior para su finca del Molino Viejo. Aunque descuidado, se puede considerar todavía como una aportación valiosa a esa propiedad.
La puerta casetonada de la Casa del Padre José Canal, en la calle del mismo nombre, es también un ejemplo moderno, de la década de 1990, que sin duda contribuye a poner en valor el acceso de piedra labrada.
Puertas, como ésta de la Casa del Padre José Canal, que evocan los claveteados coloniales comenzaron a hacerse frecuentes a partir de 1978, cuando se utilizaron en la obra del Mercado Municipal y Conjunto Jorge Jiménez Cantú. El modelo más usual está formado por una estructura metálica aparente, con duelas atornilladas y clavos de cabeza redonda.
La puerta nueva del viejo mesón transformado en Hotel Chávez recuerda también las puertas claveteadas coloniales aún con mayor acierto, pues carece de la estructura metálica. Nótese la curiosa alternancia de clavos grandes y pequeños.
Estos tres ejemplos del mismo tipo de puerta, que corresponden a la casa construida en una parte del solar de la Casa del Puente (arriba) y en la Casa y Portal de don Alfonso Díaz (las dos inferiores) resultan, al contrario, realizaciones estéticamente fallidas. Las razones: sus proporciones, la incorporación de láminas de fierro, fallas en el ritmo de colocación de los clavos y en las subdivisiones de las puertas, y el tratamiento de la madera con barniz "natural".
Un portón muy reciente es éste que susutituyó a una vieja y fea puerta de fierro que durante años cerró la entrada de la capilla de la hacienda de Arroyozarco. Austera y de no mal diseño, desafortunadamente fue ejecutada en madera de poca calidad, llena de nudos, y el acabado en barniz "natural", ya cayéndose, tempoco le favorece.
Esta puerta de madera entablerada en un balcón de la Casa del Padre Canal, bien elaborada reemplazó hace poco más de 15 años a otra antigua, casi idéntica, que se encontraba ya en muy mal estado de conservación.
Pero más frecuente que el uso de madera, ha sido el del fierro para elaborar puertas de nueva factura para las casas de la zona antigua de Aculco. En la foto superior, un portón metálico en una troje de la hacienda de Ñadó, en la inferior, un portón de igual condición en el corral de la Casa de los Alcántara Terreros. Ambos son ejemplos clásicos de decenas de puertas que, sin pena ni gloria, reemplazaron a otras de madera.
También las puertas de los balcones han sido reemplazadas en muchos casos por nuevas puertas metálicas, muchas de las cuales intentan reproducir el aspecto que tuvieron las originales, como en esta casa ubicada en la calle Morelos.
Esta reja, de buena factura, se colocó hace ya muchas décadas en la Casa de doña Emilia Guerrero, de la calle de Aldama. Al reconstruirse ésta a fines de la década de 1980, se le mantuvo en su sitio, con el agragado de las láminas que cierran la vista al interior.
La puerta de la capilla de Santa María Nativitas es un buen ejemplo de la incorporación deficiente de una puerta nueva -en este caso de hierro y vidrio- a un inmueble histórico.
Pero las cortinas metálicas son el verdadero enemigo para la dignidad de los inmuebles del centro histórico de Aculco. Aunque su uso ha estado restringido a través de los Bandos Muicipales, han proliferado en las zonas aledañas al mercado municipal, la calle Hidalgo y la calle de Abasolo. Ésta se encuentra en la Casa de la familia Chávez, en la calle de Iturbide.