Cúpula de la capilla de Santa María Nativitas, Aculco.
El pueblo de Santa María Nativitas, que en la Colonia recibía el nombre de Santa María Ximiní y era considerado barrio de Aculco, posee un limitado pero valioso patrimonio arquitectónico del que ya hemos dado cuenta antes, al hablar sobre la cruz atrial de 1678 que existe en el atrio de su capilla. Aunque este patrimonio se encuentra en buen estado de conservación no sucede lo mismo con su entorno, que se ha ido degradando paulatinamente por la construcción desordenada de escuelas, viviendas y negocios que le dan hoy un aspecto que empieza a ser caótico.
Fachada de la capilla.
Hace todavía no muchos años era aún perfectamente distinguible la estructura original del poblado. Ocupaba el lugar principal, por supuesto, la capilla, con fachada que miraba al oriente como era habitual en los templos edificados en los primeros años del Virreinato. Frente a ella se extendía un atrio relativamente pequeño, más alargado que ancho, rodeado por viejas tapias ya desaparecidas y al que se accedía por un sencillo arco de medio punto rematado con una esfera de piedra. Además de la bella cruz atrial, se encontraban en el atrio algunas lápidas, sepulcros adosados a la capilla y un enorme fresno. En la década de 1980 una rama de aquel árbol se desgajó y destruyó el acceso al atrio y parte de la barda, que fueron reconstruidos con un fallido estilo "colonial".
Entrada al atrio que reemplazó a la original, destruida por la caída de una rama.
Ábside de la capilla, que mira hacia la plaza del pueblo de Santa María Nativitas.
Curiosamente, y como ejemplo único en el municipio de Aculco, la plaza del pueblo de Santa María Nativitas no se extendía también al frente de la capilla, ni siquiera a uno de sus costados, sino en la parte posterior. Quizá por esa razón, al convertirse por su ubicación en fachada visible, el ábside de la capilla tiene mayor importancia en ésta que en otras capillas aculquenses. Pero lo es, más que por su ornamentación, por sus volúmenes. Como se puede apreciar en estas fotografías, se trata de una cabecera rectangular que remata en un parapeto que se prolonga un poco más allá del plano de sus muros, casi como el matacán de una fortaleza medieval. Adosados a estos muros se encuentra un par de contrafuertes escalonados, rematados en talud y con sendas gárgolas de cantera labrada. Los contrafuertes que refuerzan los muros laterales de este ábside, similares a los que miran a la plaza, agregan aún más vistosidad a este juego de volúmenes. Remata toda la composición una cúpula hemisférica sobre un tambor con ventanas, adornada con una linternilla sobre la que se eleva la cruz.
Remate del ábside. Obsérvese el escalonamiento de volúmenes.
Al parecer, el muro testero de este ábside debió contar con la tradicional "estampa", adorno exterior -generalmente un relieve en piedra- que indicaba que tras esa pared se encontraba el depósito de las hostias consagradas. Sin embargo, en alguna época indeterminada esa "estampa" fue reemplazada por un vitral que representa a la Vírgen María rodeada por ángeles, en su advocación de la Inmaculada Concepción. Como vestigio del relieve que antes debió existir en su sitio, sobrevive, bajo el marco de cantera del vitral, una piedra burdamente labrada que parece representar la figura de un animal. Posiblemente se trata de un cordero pascual.
Vitral que adorna el muro testero. Debajo, puede apreciarse un gastado y burdo relieve que parece representar un animal.
Además de la capilla, rodeaban la pequeña plaza de Santa María Nativitas (plantada con fresnos) algunas sencillas casas porticadas con columnas de mampostería y cubiertas de teja. Al lado opuesto del ábside se levantaba la escuela del pueblo, que mostraba una fachada con remate mixtilíneo hasta que, al reemplazarse su techumbre de teja por una de concreto, se le "rasuró" perdiendo así toda su gracia. El resto de las construcciones antiguas de Santa María Nativitas eran sencillas casas de teja dispersas, casi siempre en medio de milpas, con excepción de algunas fincas de importancia relativamente mayor, como la Huerta de don Patricio Sánchez.
Gárgola que emerge del contrafuerte izquierdo.
Por los años de 1930 se comenzó a construir la nueva carretera que unió a Arroyozarco con Aculco, trazada mucho más al sur del antiguo "Camino de los Alcanfores" que por siglos había comunicado a ambos puntos. Esta carretera pasó justo por Santa María Nativitas, a un costado de la capilla y de la plaza del pueblo. Con el tiempo, sobre todo a partir de la década de 1970, se fueron construyendo a su vera nuevas edificaciones con distintos propósitos: primero la gasolinería (cerrado su antiguo emplazamiento en el Portal de El Triunfo), después alguna pequeña fábrica, más tarde un colorido Jardín de Niños -imprudentemente edificado, con riesgo para los infantes y en detrimento de la estética, muycerca de la carretera, entre ésta y la capilla- un restaurante con extraña forma de caracol que después devino en antro de mala muerte, etcétera. Todo ello le ha ido dando el aspecto de "pueblo calle", en el que el urbanismo se define por la carretera y no por una articulación racional de calles y manzanas.
Gárgola del lado derecho.
Aunque el poblado es todavía de dimensiones menores y aún podría hacerse algo por aminorar el desorden con el que crece y poner en valor sus edificios históricos, lo más probable es que continúe por ese mal camino. Pronto igualará, seguramente, el lamentable desarrollo urbano de Arroyozarco, el peor de todo el municipio de Aculco.
Ábside de la capilla. A la derecha se extiende la plaza, a la izquierda asoma la escuela construida junto a la carretera y adosada al muro del atrio.