Fachada principal de la Casa de don Juan Lara Alva, hacia la calle Juárez.
En el número 2 de la calle Juárez (hasta 1892 Calle del Águila), haciendo esquina con la del padre José Canal (que llevó el nombre de Porfirio Díaz hasta 1912), se encuentra una casa que seguramente es la más hermosa de Aculco. No fue así siempre; quizá fuera en su momento la tercera o cuarta casa de mayor interés histórico y artístico en el pueblo, pero la destrucción o mutilación de las que ocupaban los primeros lugares (la Casa de Ñadó, la Casa de los Terreros, la Casa de don Abraham Ruiz) la han ubicado en ese sitio.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: La casa de don Juan Lara Alva como estaba en 1909. Obsérvese el único balcón original y los avances de una segunda planta que nunca se concluyó.
La casa después de la Remodelación de Aculco efectuada en 1974.
Tradicionalmente, la casa de don Juan Lara Alva se ha fechado en 1656, debido a que un dintel lleva la inscripción "13 de febrero de 1656 Año del Señor" (desatando las abreviaturas). Este dintel se encontraba originalmente en las cocinas de la casa, no en su emplazamiento actual.
Como todas las casas aculquenses, la de don Juan Lara Alva se desarrolla con crujías alrededor de un patio ajardinado. Alrededor de él, se levantaron los corredores en forma de L con pilares de cantera y arcos de mampostería, de una sola planta. En la crujía principal, con fachada hacia la calle Juárez, se encontraban, de sur a norte, una habitación que se introducía en el predio contiguo, el cubo del zaguán, la sala y la habitación esquinera que en algún momento sirvió como bodega y tienda. En la segunda crujía, sobre la calle de José Canal, se encontraban, de poniente a oriente, una sucesión de cuatro habitaciones, de las que la tercera era utilizada como comedor.
Vista antigua de la casa desde la plaza Juárez. Se observa la entrada a la habitación esquinera y el nicho vacío de la esquina.
El costado oriente del patio estaba limitado por un cuerpo de construcción que constaba de dos plantas de poca altura. En la parte inferior se encontraban las cocinas y el pasadizo que llevaba a los corrales. La planta alta la ocupaba una vasta troje con techo plano de viguería y terrado, como el resto de la casa. En su costado sur, cerraba el patio un alto muro divisorio con la casa vecina, que correspondía a una enorme troje.
Vista antigua, desde el campanario de la parroquia, de la casa de don Juan Lara Alva y la casa de Juárez no. 4, antes de que fueran unidas.
A fines de los años de 1960 y principios de los 1970, el Dr. Juan Lara Mondragón adquirió esa misma casa vecina, que había sido propiedad de don José María Basurto, y unió los dos predios de Juárez números 2 y 4. Aprovechando la circunstancia de que en aquel tiempo la hermosa Casa de Ñadó estaba siendo demolida, el Dr. Lara adquirió buena parte de sus piedras para ensamblarlas de nuevo en su propiedad. Así, decidió demoler el cuerpo de construcción en que se hallaban las cocinas de la casa para extender los corredores sobre el área que ocupaban éstas. De la misma manera, demolió la troje que dividía ambas casas para hacer más extenso el patio y extendió el corredor principal hacia el inmueble vecino. En estas obras empleó los antiguos pilares de la Casa de Ñadó.
Corredores antiguos de la casa.
Los primeros tres arcos corresponden a los corredores originales de la casa. El resto, a la ampliación de éstos hacia la casa de Juárez no. 4, en la que se aprovecharon los pilares antiguos de la Casa de Ñadó.
Patio de la casa, como estaba en la década de 1930.
En sus fachadas la casa de don Juan Lara Alva también fue modificada: los balcones hacia la calle Juárez fueron unificados de acuerdo con las características que mostraba el balcón de la sala. La portada principal fue ampliada y su rústico portón de principios del siglo XX fue trasladado a otra casa de la familia, la de los Lara Mondragón, donde subsiste. En su lugar se colocó un gran portón casetonado de cedro, más reciente, que perteneció también a la Casa de Ñadó. En la fachada de la calle José Canal se abrieron varias ventanas que ya existían, pero que se encontraban tapiadas y se abrió un nuevo acceso en cuyas jambas y dintel se utilizaron piedras provenientes de la Casa de Ñadó. En él se colocó un hermoso y antiguo portón casetonado, del siglo XVIII, que perteneció también a esa casa.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Fachada de la casa de don Juan Lara Alva, según un dibujo de 1838.
Así se veía la fachada principal de la casa en los años 60, poco antes de que fuera modificada.
Aspecto actual de la fachada. Compáraese con la fotografía anterior y obsérvese que las dimensiones del acceso principal han sido alteradas, y se han agregado balcones siguiendo el modelo del balcón central original.
Este acceso por la calle José Canal fue incorporado utilizando el hermoso portón del siglo XVIII proveniente de la Casa de Ñadó, así como las jambas y el dintel que lo rodeaban originalmente. La clave barroca, sin embargo, procede de la casa de Juárez no. 4.
Con esta obra la casa de don Juan Lara Alva perdió parte de su valor histórico, aunque ganó en estética y contribuyó a preservar los restos de una casa desaparecida de gran valor arquitectónico. Pero lamentablemente no se dio total conclusión a estas adecuaciones: las habitaciones que debieron construirse en los antiguos corrales nunca fueron edificadas, el jardín de la casa de Juárez 4 quedó convertido en un inculto jardín sobre los escombros de la troje divisoria demolida y el corredor oriente nunca fue adornado con la cornisa recuperada de la Casa de Ñadó que ostenta el resto.
Últimamente, se contruyeron unas habitaciones en la azotea, sobre la calle José Canal. Aún cuando en los dos vanos que se abrieron hacia la calle fueron colocadas sendas rejas del siglo XIX, las proporciones y los materiales con los que se construyeron estos cuartos son sobradamente inapropiados, por lo que aparecen como un pegoste lamentable para tan bella casa. Aún así y sobre todo en su parte más antigua, la Casa de don Juan Lara Alva es uno de los mejores ejemplos de lo que fueron las viviendas de los aculquenses prósperos entre los siglos XVII y XX.
Una hermosa vista del ángulo que forman los corredores de la casa. A la izquierda, se advierte la entrada a la sala. La vegetación aporta un ingrediente de belleza al patio.
Nicho en una de las pilastras del arco del cubo del zaguán. Posiblemente fue utilizado originalmente para albergar una vela, lámpara o alguna otra forma de iluminación.
Los balcones de la casa anexa de Juárez 4 muestran un estilo parecido a los mucho más elaborados y hermosos que corresponden a la casa de Juárez 2. Como se aprecia aquí, han sido reconstruidos en innumerables ocasiones a lo largo de los siglos, por lo que sus piedras muestran calidades distintas, huellas de rejas de distintas dimensiones ya desaparecidas, etc.
Ay, sólo los portugueses tienen la palabra para expresar lo que sentí al ver y leer esto: ¡saudade!
ResponderEliminarJavier, muito obrigado.
Saudades
Octavio
Así es: la melancolía de volver a ver, ya desde muy lejos, un fragmento del territorio de la infancia en el que (diría Llamazares) todos somos extranjeros.
ResponderEliminarPasaron años y no quería ver esta entrada...es tanto dolor y tanta alegría...sabes lo único lindo de mi infancia fue esa casa, mi Tia Esthercita, mis primos y Tu con tus historias y juegos...Gracias!!!son mil emociones encontradas!!!
ResponderEliminar