Al observar hoy en día la fachada de la parroquia de Aculco, el liso y blanco muro a su izquierda, adornado apenas por un rústico nicho con una escultura de San Francisco, puede parecer intrascendente. Sin embargo, se trata de los restos de la fachada de la antigua capilla de la Tercera Orden de San Francisco, construida en 1742, que tras la secularización de 1759 se convirtió en capilla del Rosario.
Vista actual de la fachada de la antigua capilla de la Tercera Orden.
Esta capilla contó con un altar dedicado a San José que dotó el rico vecino Tomás Sánchez de la Mejorada en el siglo XVIII. Las fotografías de finales del siglo XIX parecen mostrarla todavía en regular estado de conservación, pero actualmente se encuentra totalmente arruinada. De hecho, el único muro superviviente es precisamente el de su fachada.
A juzgar por sus restos, pudo haber sido construida aprovechando los muros de una antigua capilla abierta, ya que desde el interior se advierte que la fachada tuvo tres vanos, aunque dos de ellos aparecen cubiertos con mampostería diferente de la que se utilizó depués para clausurar el acceso principal. Debió constar de una sola nave perpendicular a la de la parroquia. Su cubierta, a decir de las marcas en el muro del templo y de la torre, así como a una zapata que subsiste in situ, fue de techo plano de viguería y terrado. En su interior, los aplanados estuvieron pintados con un diseño que simulaba sillares, como también lo estuvieron el cubo de la torre de la parroquia y el claustro.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Fachada de la capilla de la Tercera Orden (entonces ya del Rosario) en un dibujo de 1838 que nos la muestra intacta.
Como puede observarse en esta fotografía, desafortunadamente muy poco clara, la fachada era un gran muro casi liso, con un remetimiento incomprensible en su extremo superior izquierdo, que se muestra además como el más dañado por los derrumbes. Al centro, una portada muy sencilla, que aparentemente sólo conservaba la parte superior de su enmarcamiento de cantería, con unas jambas que se alargaban hasta la cornisa. Ya para estas fechas, el acceso se hallaba cegado con sillares provenientes de las tumbas que llenaban el atrio. A izquierda y derecha, dos estaciones del viacrucis agregan algún interés. En la parte superior, el nicho de san Francisco, último resto visible de la portada en nuestros días.
A lo largo de los primeros tres cuartos del siglo XX, la fachada de la capilla de la tercera orden se mostraba en este estado ruinoso. Nopales, tepozanes y otras plantas crecían sobre el grueso muro. Fotografía de 1960.
La remodelación de 1974 pretendió dar pulcritud a esta área, y ciertamente lo logró aunque perdiendo para ello gran parte de su carácter histórico. El muro derrumbado fue arreglado, en lo alto se colocó una cornisa de tres hiladas de ladrillo, se aplicó un nuevo aplanado a toda la fachada y se cubrió por completo el antiguo acceso, los nichos de las estaciones del viacrucis desaparecieron y se construyó un jardincillo con buganvilias.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Vista del nicho de San Francisco en el dibujo de 1838. Ha perdido buena parte de su decoración, como se aprecia al comparar con las fotografías que siguen.
Así lucía en 1960 el nicho de la capilla de la Tercera Orden. Una tosca venera resguarda la escultura de San Francisco que se muestra decapitada, como tantas otras de la fachada de la parroquia. Un par de columnas con calaveras labradas en sus fustes se alzan a cada lado del nicho. Un enmarcamiento rectangular rodea toda la composición, rematado en la parte superior por una cornisa con la fecha 26 de septiembre de 1742 inscrita en ella, mientras por lo bajo corre la moldura que formaba parte de la portada del acceso.
El mismo nicho en la actualidad. La escultura de San Francisco luce una nueva, lampiña y mal proporcionada cabeza repuesta. Nótese también que la gran moldura de piedra que corría entre la hornacina y el antiguo acceso ha sido recortada para que sólo sirva de repisón a la primera, perdiéndose así su sentido original.
Detalle de la inscripción con la fecha de construcción de la capilla.
Detalle de la calavera que adorna la columna del lado dercho del nicho.
Vista desde el interior del muro que subsiste de la capilla de la Tercera Orden. La entrada principal tapiada es aún visible desde este lado. Obsérvese que su dintel está formado por grandes vigas de madera. Nótese también que, a su izquierda y derecha, existen otros dos vanos tapiados con tezontle, lo que puede indicar que en su origen se trató de una capilla abierta con tres accesos. En el suelo se observan los trazos de algunos cimientos y, a la derecha, las pocilgas que se construyeron hacia 1960-1980.
En el ángulo de la capilla en que se unía al templo parroquial y su torre, se pueden observar algunos restos de lo que fue su techumbre: dos zapatas de madera que seguramente formaban parte de uná cubierta de viguería y terrado. Obsérvese también la marca del trazo de su azotea en estos muros.
Como se aprecia en esta foto y en la anterior, sobre los vestigios de la capilla de la Tercera Orden se construyó un cuarto destinado a albergar el bautisterio hacia 1960, actualmente transformado en capilla del Santísimo Sacramento. Este bautisterio aprovechó como entrada la portada del siglo XIX que comunicaba a la parroquia con la capilla de la Tercera Orden, y que durante muchos años estuvo tapiada.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Este remate exento que aparece en el dibujo de 1838 puede identificarse con la almena en forma de flor de lis que existe todavía en el sitio en el que se levantó la capilla (fotografía inferior).
Almena o remate en forma de flor de lis.
Remate adosado en forma de flor de lis en la capilla de la Tercera Orden de Huichapan, Hgo, una fundación franciscana muy cercana histórica y estilísticamente a la de Aculco.
Al comparar la capilla de la Tercera Orden de Aculco en el dibujo de 1838 y la capilla que tuvo idéntico uso en Huichapan aparecen de inmediato otras similitudes: parecida ubicación, volúmenes que coinciden y la profusión de remates variados y arcos invertidos que en la capilla hidalguense aparecen también en el remate de la fachada sur (abajo).
miércoles, 1 de octubre de 2008
La panadería de don Félix
En el número 4 de la Plazuela Hidalgo (antes Plaza del 7 de noviembre, pero mejor conocida como Plaza del 5 de mayo), existe una bella casa en la que se ubicó la última panadería verdaderamente tradicional de Aculco, la de don Félix Herrera. De hecho, hace treinta años era la única panadería en el pueblo. La accesoria del frente de la casa, adornada con tres portadas de cantera con dinteles curvos, era el expendio del pan. Dentro del inmueble, en una pieza al fondo del patio, se encontraba el viejo horno de leña que todavía conocimos en funcionamiento.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Ésta es quizá la imagen más antigua que se conserva de la Plazuela Hidalgo y está tomada de un dibujo de 1838. La casa de la extrema izquierda es posiblemente la de la panadería.
En esta fotografía de los años treinta, se observa que la casa de la panadería tenía sólo una planta y abría hacia la plazuela frontera sólo una pequeña puerta y una ventanita. Muy pocos años después su fachada fue modificada como se observa en las siguientes fotografías.
En los años sesenta, la panadería se encontraba en pleno auge. La casa ya contaba con dos plantas, se habían abierto nuevas entradas en su fachada y dispuesto un par de balcones en lo alto. Se observa que, de manera notable, las modificaciones de los años treinta se hicieron de acuerdo a la tradición constructiva de Aculco, con proporciones correctas y materiales típicos. De tal manera, la casa no ha perdido su valor como parte del conjunto urbano.
La remodelación de 1974 trató benevolamente a la casa de la panadería y a su entorno. El empedrado original fue reemplazado por una combinación de adoquines y lajas colocadas de canto, uso este último que sí corresponde a la tradición aculquense pues se le hallaba en sitios como el piso del portal de la Casa del Puente. Nuevas plantas y árboles alegran el conjunto. Quizá sólo es de lamentarse la desaparición de la citarilla y las pilastras que limitaban el jardín al centro de la plaza y su sutitución por la reja y faroles enanos que aquí se observan.
Una vista más de la casa de la panadería en la actualidad. Afortunadamente, esta casa con valor histórico, urbano y vestigio de la cultura tradicional del pueblo, permanece en pie. Sin embargo, al interior su estado de conservación ha comenzado a decaer.
ACTUALIZACIÓN 24 de octubre de 2011: Ésta es quizá la imagen más antigua que se conserva de la Plazuela Hidalgo y está tomada de un dibujo de 1838. La casa de la extrema izquierda es posiblemente la de la panadería.
En esta fotografía de los años treinta, se observa que la casa de la panadería tenía sólo una planta y abría hacia la plazuela frontera sólo una pequeña puerta y una ventanita. Muy pocos años después su fachada fue modificada como se observa en las siguientes fotografías.
En los años sesenta, la panadería se encontraba en pleno auge. La casa ya contaba con dos plantas, se habían abierto nuevas entradas en su fachada y dispuesto un par de balcones en lo alto. Se observa que, de manera notable, las modificaciones de los años treinta se hicieron de acuerdo a la tradición constructiva de Aculco, con proporciones correctas y materiales típicos. De tal manera, la casa no ha perdido su valor como parte del conjunto urbano.
La remodelación de 1974 trató benevolamente a la casa de la panadería y a su entorno. El empedrado original fue reemplazado por una combinación de adoquines y lajas colocadas de canto, uso este último que sí corresponde a la tradición aculquense pues se le hallaba en sitios como el piso del portal de la Casa del Puente. Nuevas plantas y árboles alegran el conjunto. Quizá sólo es de lamentarse la desaparición de la citarilla y las pilastras que limitaban el jardín al centro de la plaza y su sutitución por la reja y faroles enanos que aquí se observan.
Una vista más de la casa de la panadería en la actualidad. Afortunadamente, esta casa con valor histórico, urbano y vestigio de la cultura tradicional del pueblo, permanece en pie. Sin embargo, al interior su estado de conservación ha comenzado a decaer.